432. Dedal OPORTO // PORTO´s Thimble

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Dedal porcelana Oporto (Portugal).

Nuevo dedal de porcelana que os quiero enseñar en esta publicación. Este dedal como algunos de los que ya os he enseñado en publicaciones anteriores, me lo traje de nuestra última visita al país vecino, Portugal, concretamente lo conseguí en la ciudad de Oporto.

Oporto (en portugués Porto) es la segunda ciudad más poblada de Portugal, después de Lisboa. Tenía 297.559 habitantes en el año 2011. Contornan el núcleo central de la ciudad de Oporto, la subregión de Gran Oporto, y de manera más amplia el Área Metropolitana de Oporto, que forma su área metropolitana de 2.959.045 habitantes. Se encuentra en el norte del país, en la ribera derecha del Duero en su desembocadura en el océano Atlántico. Es sede del distrito homónimo, en la Región Norte de Portugal.

El municipio de Oporto tiene 15 freguesias (equivalentes a parroquias o barrios). Limita al norte con Matosinhos y Maia, al este con Gondomar, al sur con el río Duero y Vila Nova de Gaia, y al oeste con el Atlántico.

Como muchas ciudades europeas, Oporto es una ciudad antigua que cuenta con un amplio patrimonio histórico, aunque durante las últimas décadas ha sido sometida a una amplia modernización. Cuenta con el metro más largo de Portugal, que cubre no sólo el Centro, sino también zonas de su área metropolitana como Senhora da Hora o Maia. Asimismo, el Aeropuerto Internacional Sá Carneiro ha sido recientemente ampliado para permitir una capacidad de 16 millones de pasajeros anuales.

Desde muy antiguo hay una rivalidad entre Lisboa y Oporto. Dicen que esta ciudad tiene un cierto aire británico, desde que se asentaron aquí los comerciantes de vino ingleses. Dice el refrán popular que «Lisboa se divierte, Coímbra estudia, Braga reza y Oporto trabaja».

Su centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1996. Otros atractivos turístico-culturales son la torre de los Clérigos, realizada por Nicolau Nasoni, la Casa da Música y la Fundación Serralves, dedicada al arte contemporáneo, y que es el museo más visitado de Portugal. En el margen sur del río Duero se encuentran las famosas bodegas de vinos, aunque ya no pertenece al término municipal de Oporto sino a Vila Nova de Gaia. Dista de la frontera española con Galicia unos 140 km, que pueden recorrerse por autopista.

Tanto el país como el vino de Oporto deben sus nombres a la ciudad, que a su vez significa «el puerto». Por su pujanza cultural, demográfica e industrial es considerada como la «Capital del Norte» de Portugal.

Historia.

La leyenda cuenta que Cale era el nombre de uno de los argonautas griegos, que llegó hasta aquí en un viaje que hizo y en el que fundó un enclave comercial.

Se sabe que Cale era un pequeño asentamiento que ya conocían los griegos situado en la orilla izquierda del Duero, cerca de su desembocadura; tenía muy malas condiciones para la navegación por lo que los romanos trasladaron la ciudad a un lugar de mejores condiciones donde se pudiera construir un puerto. Durante las invasiones bárbaras, Cale pasaría a control suevo.

Hacia el 417 los alanos invadieron el territorio de los suevos, empujándolos hasta la orilla derecha del Duero donde hoy se sitúa Oporto. Los alanos, sin embargo, no llegarían a conquistar la villa. Hermerico I, el rey suevo, fortificó un castillo en la colina de Pena Ventosa, construyendo en su interior viviendas para las tropas. A este burgo se le llamó Cale Castrum Novum (castillo nuevo de Cale) adquiriendo la denominación de civitas. En la base de esa colina se situaba Portus Cale (puerto de Cale, actual Ribeira), que dio origen al nombre Portucale, que pasaría a designar también a la ciudad alta a partir de finales del siglo V. Otro castillo, situado en la orilla de Vila Nova de Gaia, quedó como defensa avanzada de Cale. Ambos castillos figuran desde hace siglos en el escudo de armas de Oporto, situados a los lados de la Virgen María, protectora del burgo desde siempre y razón por la que la ciudad también es conocida en Portugal como «ciudad de la Virgen«.

Tras la conquista musulmana de la península ibérica, Oporto fue reconquistada y poblada por la nobleza y puebla gallega desde 868. En esta región fue establecido el Condado Portucalense que perteneció al Reino de Léon hasta independizarse, dando lugar al Reino de Portugal en 1139. Dicho condado se extendía desde el Miño hasta el Duero. Alfonso VI otorgó este condado a su hija bastarda Teresa, casada con Enrique de Borgoña. El hijo de ambos fue el primer rey independiente de Portugal, Alfonso Henríques.

Monumentos y lugares de interés.

El casco viejo está dentro de la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Algunos de sus monumentos más importantes son el Palacio de la Bolsa, la Catedral, la Iglesia y Torre de los Clérigos, el Palacio Episcopal, el Ayuntamiento y sus puentes sobre el Duero.

Ciudad de los puentes.

La ciudad de Oporto también es conocida por su imponencia, innovación y belleza de sus puentes, fechados en distintas épocas y de distintos estilos arquitectónicos.

Ponte das Barcas.

El Ponte das Barcas fue el primer puente que se construyó sobre el Duero. La necesidad de establecer un paso hacia la margen sur del río para la circulación de personas y mercancías fue una preocupación permanente a lo largo de los siglos. La travesía del río se hacía con barcos, botes, barcazas etc. El Ponte das Barcas fue proyectado por Carlos Amarante e inaugurado el 15 de Agosto de 1806. En su diseño original se componía de 20 barcas amarradas por cabos de acero que se podía abrir en dos partes para facilitar el tráfico fluvial.

Fue en ese puente donde ocurrió la catástrofe del Ponte das Barcas, en el que murieron miles de víctimas cuando huían, a través del puente, de las cargas de bayoneta de las tropas invasoras francesas del Mariscal Soult, el 29 de Marzo de 1809.

Ponte Pênsil (Ponte D. María II).

El Ponte Pênsil fue un puente sobre el Duero que unía la ciudad de Oporto con Gaia. El aumento del tráfico entre Gaia y Oporto exigió la construcción de un puente para unir permanentemente ambos márgenes. El Puente Pênsil fue desmantelado tras la construcción del Ponte Luis I. Actualmente siguen en pie los dos pilares y restos de la casa del guarda en el lado de Oporto.

Fue un proyecto de los ingenieros Mellet y Bigot. El Ponte Pênsil estaba constituido por dos obeliscos de 18 metros de altura, situados en cada margen del río. De ellos pendían los cabos de suspensión del tablero, que tenía 6 metros de ancho. El vano central era de 150 metros. Ocho cabos, con 220 hilos de hierro cada uno, mantenían el tablero a 10 metros por encima del nivel de las aguas. El Ponte Pênsil abrió al público el 17 de Febrero de 1843. En cada extremidad se construyó una casa para los guardias que vigilaban el puente y cobraban el peaje: 5 reales por cada transeúnte, 20 reales por caballo y 40 por carro. Todos estos precios se duplicaban por la noche.

Ponte María Pia.

El Ponte María Pia, así llamado en honor a María Pía de Saboya es una obra arquitectónica proyectada por el ingeniero Théophile Seyrig y construida entre Enero de 1876 y el 4 de Noviembre de 1877 por la empresa de Gustave Eiffel. Fue el primer puente ferroviario en unir las dos márgenes del río Duero.

En el último cuarto del siglo XX era evidente que el puente ya no respondía a las necesidades. Está dotado de una sola línea y sólo permitía ir a 20 km por hora, con cargas muy limitadas.

Se encuentra en desuso desde la apertura del puente São João, en 1991. Pese a la importancia arquitectónica de la obra, actualmente se encuentra en proceso de degradación debido al abandono causado por la falta de utilización práctica.

Ponte da Arrábida.

El puente de Arrábida, proyectado por el ingeniero de puentes Edgar Cardoso, a la fecha de su construcción, en 1963, era el puente con el mayor arco de hormigón del mundo. Tiene 615 m de largo, y una anchura de 27 m. Es el más occidental de todos los puentes que conectan Oporto con Vila Nova de Gaia, estando a corta distancia de la foz del Río Duero.

Ponte do Infante.

El puente do Infante así llamado en honor de Enrique el Navegante, que nació en Oporto en el siglo XIV, es el de más reciente construcción de los puentes entre Oporto y Vila Nova de Gaia. Sustituye el tablero superior del Ponde Dom Luiz I desde la construcción del Metro de Oporto.

Ponte Luis I.

El puente Luis I, sustituye el antiguo Ponte Pênsil, y fue proyectado por el ingeniero Teófilo Seyrig, el mismo que había ya proyectado el Ponte María Pia. Su característica más destacable, es el hecho de tener dos tableros. Actualmente por el tablero superior cruza la línea amarilla del Metro de Oporto, y el inferior está abierto al tráfico rodado.

Ponte do Freixo.

Es el más oriental de los puentes que conectan la ciudad Oporto y la ciudad de Vila Nova de Gaia. Mide aprox. 3 km con un ancho de 150 m.

Otro de los monumentos importantes de la ciudad que aparece en el dedal, es la Torre de los Clérigos.

La Torre de los Clérigos, conforma junto con la iglesia el complejo arquitectónico de la Iglesia y Torre de los Clérigos y se encuentra en el casco antiguo de la ciudad de Oporto, Portugal. Realizada en granito, la altura de la torre supera los 75 metros, los cuales se pueden ascender gracias a la escalera interior de más de 240 peldaños. En 2013, Portugal le dedicó una moneda conmemorativa de 2€. La Torre, así como su iglesia, está abierta al público y permite visitas, incluso durante la noche.

Tanto la iglesia como la torre son obra de Nicolau Nasoni, uno de los máximos exponentes del arte barroco en la ciudad portuguesa. Comenzó a construirse en 1754 y se concluyó en 1763 a instancias de la Hermandad de los Clérigos Pobres. Además de la iglesia y su torre, el complejo de los Clérigos incluyó también una enfermería.

El diseño original incluía dos torres, pero la segunda nunca fue construida. Durante muchos años la Torre de los Clérigos fue el edificio más alto de Portugal. El complejo es Monumento Nacional desde 1910 y la Torre de los Clérigos es uno de los principales símbolos de la ciudad de Oporto.

(28/12/2019)

424. Dedal PORTUGAL // PORTUGAL´s Thimble

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Dedal porcelana Portugal.

Después de unos días con algo de lío, aquí os traigo un nuevo dedal que he conseguido en nuestro último viaje a la ciudad de Oporto, en el país vecino Portugal. Es un dedal de porcelana, en color negro, que lleva el nombre de varios lugares turísticos de este país en color blanco por todo el dedal, mientras que el nombre de Portugal aparece en color rojo.

Portugal, oficialmente la República Portuguesa (en portugués: República Portuguesa; en mirandés: República Pertuesa), es un país soberano miembro de la Unión Europea, constituido como un estado de derecho democrático. Es un país transcontinental. La mayor parte de su territorio, con capital en Lisboa, está situado en el suroeste de Europa, en la península ibérica. Limita al este y al norte con España, y al sur y oeste con el océano Atlántico. Comprende también los archipiélagos autónomos de las Azores y Madeira situados en el hemisferio norte del océano Atlántico.

El nombre de Portugal probablemente provenga del antiguo nombre de Oporto, del latín «Portus-Galliae» —puerto de Galia, debido a que las naves galas frecuentaban este puerto— o, más probablemente, de «Portus-Cale» —topónimo atestiguado en la Chronica del historiador del siglo V Hidacio—, por un amarradero existente en un lugar fortificado llamado «Cale«.

Portugal ha sido un testigo histórico de un flujo constante de diferentes civilizaciones durante los últimos 3100 años. Tartessos, celtas, fenicios, cartagineses, griegos, romanos, germanos (suevos y visigodos), musulmanes, judíos y otros pueblos han dejado huella en la cultura, historia, lenguaje y etnia. Durante los siglos XV y XVI, Portugal fue una potencia económica, social y cultural mundial, así como un imperio que se extendía desde Brasil hasta las Indias Orientales. Posteriormente, sobre todo tras las Guerras Napoleónicas y la independencia de Brasil entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, Portugal empezó a vivir periodos convulsos. Con la Revolución de 1910, terminó la monarquía, después de haber tenido, de 1139 a 1910, 34 monarcas. El país vivió bajo una dictadura entre 1933 y 1974, cuando cayó tras una revuelta conocida como la Revolución de los Claveles. En 1986 ingresó en la Unión Europea y, desde 2001, forma parte de la eurozona.

Es un país desarrollado,​ con un índice de desarrollo humano (IDH) considerado como «muy elevado»,​ y con una alta tasa de alfabetización.​ El país está clasificado como el 19.º con mejor calidad de vida, tiene uno de los mejores servicios sanitarios del planeta y es considerado una nación globalizada y pacífica.​ Asimismo, es el 18.º destino turístico mundial en volumen de visitantes. Es miembro de la ONU, la Unión Europea (incluyendo la eurozona y el Espacio Schengen), la OTAN, la OCDE y la CPLP, entre otros. También participa en las fuerzas de paz de las Naciones Unidas.

Historia.

Primeros pobladores.

La prehistoria de Portugal está unida a la de la península ibérica. Hacia el año 10 000 a. C. los íberos comenzaron a poblar el interior de las tierras de la península a la que darían nombre. Entre el 4000 a. C. y el 2000 a. C., Portugal y Galicia vieron como se desarrollaba una cultura megalítica original, con respecto al resto de la península, caracterizada por su arquitectura funeraria, sus rituales propios y por la práctica de la inhumación colectiva. Aún se pueden encontrar monumentos de entonces, sobre todo en el Alentejo: el crómlech de los Almendros, cerca de Évora, los del valle Maria do Meio o de Portela de Mogos, así como el dolmen de Zambujeiro.

En la Edad del Bronce hubo unos primeros contactos marítimos entre el litoral atlántico y el de las islas británicas, mientras que el sur de la península empezaba sus relaciones comerciales con el Mediterráneo: griegos y fenicios, provenientes del actual Líbano, así como sus descendientes, los cartagineses.​ Esto trajo consigo la instalación de los primeros puestos comerciales semipermanentes.​ El motor de este comercio era la riqueza de la península en metales (oro, plata, hierro y estaño) así como el salado de pescado atlántico, que gozaba de gran reputación en el Mediterráneo. Los fenicios fueron, precisamente, los que fundaron Lisboa alrededor del año 1000 a. C.​ La leyenda dice que fue Ulises quien le dio nombre.

Durante la Edad del Hierro, un pueblo indoeuropeo se estableció por toda la región: los celtas. Estos ocuparon todo el territorio hoy conocido como Portugal, vivieron en pequeños núcleos de población aislados que se encontraban en los puntos altos con casas circulares o castros y practicaron la agricultura y la ganadería.​ Con su dominio del hierro los trabajos de la tierra fueron más eficaces, las cosechas aumentaron y mejoraron las condiciones de vida y la demografía.

Los cartagineses llegaron a la península ibérica el s. III a. C., atraídos por sus recursos mineros, pesqueros y por la reputación de los guerreros íberos. Ocuparon el sur de Portugal y, aliados con los lusitanos de origen celta, formaron la primera resistencia a la invasión romana de la península. No obstante, tras las guerras púnicas los cartagineses fueron derrotados y los romanos incorporaron la región a su imperio como Lusitania, a partir de 45 a. C.​ Tras la disolución del imperio romano en el siglo V d. C. Lusitania fue invadida por pueblos como los suevos, los vándalos, los alanos, los burios y los visigodos hasta que, finalmente, fue conquistada por los árabes. En 868, durante la Reconquista, se formó el condado Portucalense, que fue incorporado al Reino de Galicia en 1071.

Formación y consolidación del reino.

Mucho antes de que Portugal lograra su independencia hubo algunos intentos para alcanzar una mayor autonomía, e incluso la independencia, por parte de los condes que gobernaban las tierras del condado de Galicia y de Portucale. Con la idea de acabar con este clima independentista de la nobleza local en relación al dominio leonés, el rey Alfonso VI de León entregó el gobierno del condado de Galicia, que en aquel momento incluía las llamadas «tierras de Portucale«, al conde Raimundo de Borgoña. Tras muchos fracasos militares de Raimundo contra los árabes, Alfonso VI decidió dar en 1096 al primo de este, el conde Enrique de Borgoña, el gobierno de las tierras más al sur del condado de Galicia fundándose así el condado Portucalense. Con el gobierno del conde Enrique de Borgoña, el condado conoció no solo una política militar más eficaz en la lucha contra los árabes, sino también una política independentista más activa.

Tras su muerte y la llegada al poder de su hijo Alfonso Enríquez, Portugal consiguió la independencia con la firma en 1143 del tratado de Zamora y reconocida por el papa Alejandro III en la bula Manifestis Probatum en 1179. Posteriormente, conquistó localidades importantes como Santarém, Lisboa, Palmela y Évora.​ Una vez acabada la Reconquista portuguesa en 1249, la independencia del nuevo reino fue puesta en entredicho varias veces por el reino de Castilla. En una de estas situaciones de conflicto con el reino de Castilla, el rey Dionisio I de Portugal firmó junto al rey Fernando IV de Castilla (que era representado, al ser menor de edad, por su madre la reina María de Molina) el Tratado de Alcañices, en el cual se estipulaba que Portugal suprimía los tratados acordados en contra del reino de Castilla por el apoyo al infante Juan de Castilla. En este tratado se establecía entre otras cosas la delimitación fronteriza entre los entonces reinos de Portugal y de León, en la que se incluía la cuestionada localidad de Olivenza. La primera fue debida a la crisis sucesoria abierta tras la muerte de Fernando I de Portugal, que acabó con la victoria portuguesa en Aljubarrota en 1385.

La Era de los Descubrimientos y la dinastía felipina.

Con el final de la guerra, Portugal inició un proceso de exploración y expansión conocido como «Era de los Descubrimientos», cuyas figuras destacadas fueron el infante Enrique el Navegante y el rey Juan II. Tras la conquista de Ceuta en 1415 y el paso del cabo Bojador por Gil Eanes, la exploración de la costa africana continuó hasta que Bartolomé Díaz comprobó en 1488 la comunicación entre los océanos Índico y Atlántico al doblar el cabo de Buena Esperanza.​ En poco tiempo los portugueses descubrieron rutas y tierras en Norteamérica, Sudamérica y Oriente, en su mayoría durante el reinado de Manuel I, el Aventurero. La expansión hacia Oriente, sobre todo gracias a las conquistas de Alfonso de Alburquerque, concentró casi todos los esfuerzos de los portugueses, aunque en 1530 Juan III inició la colonización de Brasil.​ Las riquezas allí encontradas hicieron que los portugueses se centraran en el Nuevo Mundo, con la consiguiente pérdida de otras plazas en el Índico, como Ormuz, frente a otras potencias europeas.

El país tuvo su «siglo de oro» durante esta época. Sin embargo, en la batalla de Alcazarquivir contra Marruecos, en 1578, murieron el joven rey Sebastián y parte de la nobleza portuguesa. Subió al trono el rey cardenal Enrique, que murió dos años después, con lo que se abrió la crisis sucesoria de 1580, que se resolvió con la llamada unión ibérica entre Portugal y España, durante la cual los dos reinos tuvieron coronas separadas pero gobernadas por el mismo rey. Felipe II de España fue el primero de tres reyes españoles. Privado de una política exterior independiente y envuelto en una guerra junto con España contra los Países Bajos, el país sufrió grandes reveses en su imperio y perdió el monopolio del comercio en el Índico.

La unión con España acabó el 1 de Diciembre de 1640. La nobleza nacional, tras haber vencido a la guardia real en un repentino golpe de Estado, depuso a la duquesa gobernadora y virreina de Portugal Margarita de Saboya y coronó a Juan IV como rey de Portugal. Se inició así la Guerra de Restauración portuguesa, que se prolongó hasta 1668, año en que se firmó el tratado de Lisboa, por el cual el rey español Carlos II reconoció la independencia de Portugal.

Restauración, absolutismo y liberalismo.

El final del siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII fueron testigos del florecimiento de la minería en Brasil: el descubrimiento de oro y piedras preciosas convirtió a la corte de Juan V en una de las más opulentas de Europa. Estas riquezas sirvieron para pagar productos importados, en su mayoría de Inglaterra, ya que no existía industria textil en el reino y las telas eran importadas de las islas británicas. El comercio exterior se basaba en la industria del vino y los esfuerzos para invertir la situación con grandes reformas mercantiles del marqués de Pombal, ministro entre 1750 y 1777, impulsaron el desarrollo económico durante el reinado de José I. Fue durante este reinado cuando un terremoto devastó Lisboa y el Algarve, el 1 de Noviembre de 1755.

Para no romper la alianza con Inglaterra, Portugal rechazó unirse al bloqueo continental, por lo que fue invadida por los ejércitos napoleónicos en 1807. La corte de la familia real se refugió en Brasil y la capital se trasladó a Río de Janeiro hasta 1821. Ese año, Juan VI, desde 1816 rey del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve, regresó a Lisboa para jurar la primera constitución portuguesa. Al año siguiente, su hijo Pedro fue proclamado emperador de Brasil y declaró su independencia con respecto a la metrópolis.

Durante el resto del siglo XIX Portugal vivió períodos de enorme perturbación política y social, como la guerra civil y las repetidas revueltas y pronunciamientos militares como la revolución de Septiembre, la de Maria da Fonte, la de Patuleia, etc. Gracias al Acto Adicional a la Carta Constitucional de 1852 fue posible un periodo de paz interna así como el inicio de las políticas de obras públicas lideradas por Fontes Pereira de Melo.​ A finales del siglo XIX las ambiciones coloniales portuguesas chocaron con las inglesas, lo que provocó el ultimátum británico de 1890.​ La cesión a las exigencias británicas y los crecientes problemas económicos causaron a la monarquía un descrédito creciente, que culminó con los asesinatos de Carlos I y el príncipe heredero Luis Felipe el 1 de Febrero de 1908. La monarquía se mantuvo en el poder durante dos años más, encabezada por Manuel II, pero fue abolida el 5 de Octubre de 1910, instaurándose una república.

República, Estado Nuevo y democracia.

El rey salió hacia el exilio en Inglaterra tras la instauración de la república.​ Después de varios años de inestabilidad política, con luchas de trabajadores, tumultos, levantamientos, homicidios políticos y crisis financieras, problemas agravados por la participación portuguesa en la Primera Guerra Mundial, el ejército tomó el poder en 1926. Dos años más tarde, el régimen militar nombró ministro de Finanzas a António de Oliveira Salazar, profesor de la universidad de Coímbra, que en 1932 se convirtió en presidente del consejo de ministros.​

Salazar restauró las finanzas e instituyó el Estado Nuevo, régimen autoritario de corporativismo de Estado con un partido único y sindicatos estatales, además de una afinidad fascista bien marcada, al menos hasta 1945,​ cuando tras la victoria de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial, Salazar sufrió presiones para transformar Portugal en una democracia. En 1968, apartado del poder por una enfermedad, fue sucedido por Marcelo Caetano.​

El rechazo del régimen a la descolonización de las provincias ultramarinas supuso el inicio de la guerra colonial primero en Angola (1961), y poco después en Guinea-Bisáu (1963) y Mozambique (1964). A pesar de las críticas de algunos de los oficiales del ejército más veteranos, entre los cuales se encontraba el general António de Spinola, el gobierno se mantuvo firme en su decisión de continuar con esta política.​ Este último publicó un libro, Portugal y el futuro, en el que afirmaba que la guerra colonial era insostenible, por lo cual fue destituido. Este hecho aumentó el malestar entre los oficiales más jóvenes del ejército, que el 25 de Abril de 1974 dieron un golpe de Estado, conocido como la Revolución de los Claveles.​

A esta revolución le siguió un periodo de enfrentamientos políticos muy encendidos entre las fuerzas sociales y políticas, llamado Proceso Revolucionario en Curso, que tuvo su punto álgido en el llamado verano caliente de 1975, durante el cual el país estuvo a punto de caer en un nuevo periodo de dictadura, esta vez de orientación comunista. En este periodo, Portugal reconoció la independencia de todas sus antiguas colonias de África.

El 25 de Noviembre de 1975 los paracaidistas y la policía militar de la Región Militar de Lisboa, aliados con diversos sectores de la izquierda radical, llevaron a cabo una tentativa de golpe de Estado sin un liderazgo claro. El grupo de los Nueve reaccionó poniendo en práctica un plan militar de respuesta, liderado por António Ramalho Eanes, que resultó un éxito. Al año siguiente se consolidó la democracia y el propio Ramalho Eanes fue nombrado presidente, el primero elegido por sufragio universal. Se aprobó una constitución democrática y se establecieron los poderes políticos locales —las autarquías— y los gobiernos autónomos regionales de Azores y Madeira.​

Entre las décadas de 1940 y 1960, Portugal fue miembro cofundador de la OTAN (1949), la OCDE (1961) y la EFTA (1960), de la que se salió en 1986 para adherirse a la entonces CEE.​ En 1999, Portugal se adhirió a la zona Euro​ y ese mismo año entregó la soberanía de Macao a la República Popular China.​ Desde su adhesión a la UE, el país ha presidido el Consejo Europeo tres veces, la última en 2007 cuando presidió la ceremonia de la firma del tratado de Lisboa.

Organización territorial.

Las principales divisiones administrativas de Portugal son sus 18 distritos continentales y sus dos regiones autónomas (Azores y Madeira). Estos se subdividen a su vez en 308 concelhos o municipios y estos nuevamente en 4260 freguesías.​ Los distritos son la subdivisión del país más relevante y sirven de base para diferentes divisiones administrativas como las circunscripciones electorales.​ Antes de 1976, los dos archipiélagos atlánticos estaban integrados también en la estructura general de los distritos portugueses, aunque con una estructura administrativa diferenciada, tal y como aparecía en el Estatuto de los Distritos Autónomos de las Islas Adyacentes,​ que le otorgaba unas Juntas Generales con competencias propias. Había tres distritos autónomos en las Azores y uno en Madeira:

Azores – Distrito de Angra do Heroísmo, Distrito da Horta y Distrito de Ponta Delgada.​
Madeira – Distrito do Funchal.​

Después de 1976, Azores y Madeira pasaron a tener estatuto de región autónoma y dejaron de estar divididas en distritos para pasar a tener un estatuto político-administrativo y órganos de gobierno propios. Actualmente la división administrativa de Portugal es la siguiente:

1. Lisboa.
2. Leiria.
3. Santarém.
4. Setúbal.
5. Beja.
6. Faro.
7. Évora.
8. Portalegre.
9. Castelo Branco.
10. Guarda.
11. Coimbra.
12. Aveiro.
13. Viseu.
14. Braganza.
15. Vila Real.
16. Oporto.
17. Braga.
18. Viana do Castelo.

(28/12/2019)

415. Dedal BRAGA // BRAGA´s Thimble

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Dedal porcelana Braga (Portugal).

Nuevo dedal que os quiero enseñar en esta publicación. Es un dedal de porcelana en el que podemos ver una panorámica con diferentes monumentos importantes de la ciudad de Braga, de los cuales os contaré algo en esta entrada. Este dedal lo conseguí en la tienda «O Turista, Souvenirs, Regalos tradicionais», el cual podemos encontrar en la esquina de la Rúa da Misericórdia con la Rúa Dom Diogo de Sousa.

Braga (del latín Bracara Augusta), también conocida como la ciudad de los arzobispos es una ciudad histórica e inmemorial portuguesa situada en el norte del país, capital del distrito homónimo. Se sitúa en la región estadística del Norte (NUTS II) y en la comunidad intermunicipal del Cávado (NUTS III). Cuenta con 181.819 habitantes (2011) y 800.000 en el área metropolitana (GAM do Minho). Es la tercera ciudad más poblada de Portugal, tras Lisboa y Oporto. En 2012 Braga fue la Capital Europea de la Juventud, el mayor evento de Europa dedicado a los jóvenes.​ Los ríos Este y Cávado atraviesan la ciudad. El municipio de Braga limita al norte con el de Amares, al este con Póvoa de Lanhoso, al sur con Guimarães y Vila Nova de Famalicão, y al oeste con Barcelos y Vila Verde.

Historia.

Neolítico, Edad del bronce y Edad del hierro.

Las huellas de la presencia humana en la región datan de hace miles de años, como lo demuestran varios hallazgos. Uno de los más antiguos es el Mamoa de Lamas, un monumento megalítico construido en el período neolítico. Sin embargo, solo se puede demostrar la existencia de asentamientos en Braga en la Edad del Bronce.

En la Edad del Hierro, se desarrollaron los castros. Estos asentamientos eran propios de lugares en relieves altos. Sus habitantes eran los celtas y esta región, en particular, estaba habitada por los brácaros.

Antigüedad clásica.

El primer contacto entre brácaros y romanos tuvo lugar entre 138 y 136 a. C, con las expediciones militares romanas de reconocimiento. Durante el segundo siglo antes de Cristo, la región fue tomada por los romanos. Desde entonces, y hasta la fundación de la ciudad de Bracara Augusta, la región vivió en paz, lo que favoreció el desarrollo y el comercio, proporcionados por las relaciones con el Imperio Romano.

Después de las Guerras Cántabras que pusieron fin a la conquista de la península ibérica, el emperador romano César Augusto fundó tres ciudades en el noroeste de Hispania: Bracara Augusta, Lucus Augusti y Asturica Augusta.​ Se cree que los romanos construyeron la ciudad en 15-16 a. C. con el nombre de Bracara Augusta, después de la campaña de Augusto contra cántabros y astures.​ Se convertiría en la capital de la provincia de la Gallaecia.

La centralidad del territorio entre los ríos Duero y Miño y la confluencia de una vasta red de senderos naturales eran propicias para un desarrollo importante de las actividades económicas. Estas condiciones favorecieron la asimilación de organización política romana y, sobre todo, el aumento del comercio a larga distancia.​

Bracara Augusta fue una importante ciudad comercial que se benefició enormemente del tráfico marítimo intenso y bien organizado que unía a los diversos centros productores del Imperio Romano. Entre los productos comercializados, destacaban la cerámica, el vidrio, objetos de lujo y productos alimenticios como el vino, productos elaborados de pescado y el aceite.​

La posición geoestratégica de Bracara Augusta, como un mercado importante, favoreció el establecimiento de artesanos y talleres especializados de cerámica, producción de vidrio, fundición de bronce, oro y hierro, así como la industria textil y la fabricación de pigmentos. Aunque estos talleres se localizaban preferentemente en las afueras de la ciudad, también se encontraron rastros de sus ubicaciones dentro de Bracara Augusta.​

En 388 se fundó el Obispado de Bracara, convirtiéndose Paterno en el primer obispo.

Alta Edad Media.

Dominio suevo y visigodo.

La caída del Imperio romano dio lugar, en 411, a la conquista de la Gallaecia por los suevos, que mantendrían la capital en la ciudad hasta la derrota de estos por los visigodos en el año 585.​ El sacerdote de Braga, Paulo Osório, asistió a la invasión de los suevos y dejó escrito que «rápidamente cambiaron la espada por el arado y se hicieron amigos» de la población local.​ San Martín de Braga, obispo de Braga bajo el dominio suevo, fue (junto con San Fructuoso, obispo del período visigodo) una referencia muy relevante en la historia de la Gallaecia, dada la importancia que tuvo en la organización diocesana y la ordenación territorial en las parroquias. En la tumba de san Martín, el nombre de la localidad figura como ‘Brach’ 12​ Vestigios arqueológicos de los períodos suevo y visigodo incluyen una construcción compuesta por un ábside semicircular y tres naves en Santa Marta das Cortiças, la Basilica de San Martín de Braga (São Martinho de Dume) y la Capilla de San Fructuoso de Montelius.​

Braga permanecería bajo dominio visigodo hasta la invasión musulmana de Hispania.

Desde la conquista musulmana hasta el siglo X.

En el año 716, los árabes conquistaron Braga, lo que causó graves daños en la ciudad, en gran parte debido a su importancia religiosa.​ Fue reconquistada en 868 por Alfonso III de Asturias.​

En 883, Alfonso III confirmó la donación de Montélios (en la actual freguesia de Real) a Compostela y en 887 donó el territorio de Dume a Rosendo, obispo de Mondoñedo.​

Cuando, tras su fallecimiento, Alfonso III el Magno dividió su reino entre sus hijos en 908, asignó el Reino de Galicia a Ordoño I de Galicia, que fijó su capital en Braga.​ No obstante, la muerte de su hermano García I le otorgaría la corona del Reino de León, pasando Galicia a depender de dicho reino y perdiendo Braga la condición de capital.

Baja Edad Media.

Desde el siglo X hasta la independencia de Portugal.

En el siglo XI la ciudad fue reorganizada, probablemente con la nueva denominación de Braga. La construcción de la muralla de la ciudad y de la catedral se inició por orden del obispo Pedro de Braga, sobre los restos de un antiguo templo romano dedicado a la diosa Isis, que más tarde se convirtió en una iglesia.​ La ciudad se desarrolló alrededor de la catedral, quedándose confinada al perímetro amurallado.​ En 1071 se fundó el arzobispado de Braga, convirtiéndose Pedro en el primer arzobispo.​ Con la elevación del obispado de Braga a arzobispado, la ciudad recuperó una enorme importancia en la península ibérica.​

En 1093, Braga fue ofrecida como dote por Alfonso VI de León, a su hija Teresa, en la ocasión de su matrimonio con Enrique de Borgoña, conde de Portugal.​ Estos fueron los señores de la ciudad entre 1096 y 1112. En 1112, Enrique de Borgoña donó la ciudad a los arzobispos.​ El 27 de Mayo de 1128, se confirmó y amplió el Couto de Braga al Arzobispo Paio Mendes, y se le concedió el privilegio de acuñar moneda como recompensa por el apoyo a la revuelta de Alfonso Enríquez contra su madre, Teresa de León.

Desde la independencia de Portugal hasta el siglo XV.

Tras la independencia de Portugal, proclamada por Alfonso Enríquez en 1139 y reconocida por Alfonso VII de León en 1143, Braga pasó a formar parte del nuevo reino, al que pertenecería hasta la actualidad.

En 1327, el rey Alfonso IV invadió la jurisdicción temporal del entonces arzobispo Gonçalo Pereira, abuelo del general portugués Nuno Álvares Pereira, y nombró notarios del reino a Braga.​ El arzobispo los excomulgó y los expulsó de la ciudad. En 1341 las autoridades reales volvieron a entrar en la ciudad, por lo que el arzobispo volvió a excomulgarlos. El corregidor Afonso Domingues tomó el castillo y el palacio municipal. Más tarde estos edificios fueron restituidos al arzobispo, por Alfonso IV.​ Mientras, en 1336, fue construido el Palacio Arzobispal original, por el arzobispo Gonçalo Pereira.

En 1402, el arzobispo Martinho Afonso de Miranda dio la jurisdicción de la ciudad a la corona, a cambio de rentas y otras concesiones, así como de la regulación de las obligaciones de los agricultores y artesanos de Braga, incluyendo las obras de reparaciones del palacio.​

En 1472, el rey Alfonso V restauró la jurisdicción temporal de Braga al arzobispo Luís Pires. Los arzobispos comenzaron a utilizar el título de «señor de Braga y primado de las Hespanhas».

Edad Moderna y Edad Contemporánea.

Desde el siglo XVI hasta el final de la monarquía.

En el siglo XVI, el arzobispo de Braga, Diogo de Sousa, modificó profundamente la ciudad, con la construcción de nuevas calles, plazas y nuevos edificios, lo que causó también el crecimiento de la ciudad más allá del perímetro amurallado.​

Desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII, por intermedio de varios arzobispos, los edificios de arquitectura medieval fueron progresivamente reemplazados por edificios construidos según la arquitectura religiosa de su tiempo.​

En el siglo XVIII, Braga se convirtió en el ex libris del Barroco en Portugal. Una vez más, por intermedio de varios arzobispos, los edificios religiosos se cambiaron de nuevo con la introducción de los estilos barroco y neoclásico.​

En los cien años siguientes, estallaron varios conflictos debido a las invasiones francesas y a las Guerras Liberales. La ciudad fue un escenario de una batalla y fue víctima de diversos saqueos realizados por las tropas de Napoleón Bonaparte. En 1834, con el final de las luchas liberales, se expulsó a varias órdenes religiosas de la ciudad y sus bienes fueron dejados en la ciudad.​

A finales del siglo XIX, el centro de la ciudad pasó a ser la avenida Central, en lugar de la zona de la Catedral de Braga. En 1875, se inauguró por el rey Luis I el ferrocarril y la estación ferroviaria de Braga.

Siglo XX (Finales de la monarquía y República).

En el siglo XX se produjo una revolución en el transporte y en la infraestructura básica. Fue reformulada la avenida da Liberdade, donde se destaca el Teatro Circo y los edificios de la zona este. A finales del siglo XX, Braga tuvo un gran desarrollo y se convirtió en la tercera ciudad del país fuera de las áreas metropolitanas de Lisboa y Oporto, un estatus que mantiene en la actualidad.​

El 28 de Mayo de 1926, el general Gomes da Costa comenzó en esta ciudad la Revolución del 28 de Mayo de 1926, que conduciría a la dictadura militar y al régimen del Estado Novo de Salazar.

Actualmente, Braga es una de las ciudades más jóvenes de Europa, por lo que es una ciudad dinámica y enérgica.

La archidiócesis de Braga.

Mención especial en la historia de la ciudad la merece la archidiócesis bracarense. Creada en el siglo IV, tenía prominencia entre los otros obispados de la Gallaecia, celebrándose en ella varios concilios (se destaca entre ellos el de 563, que condenó como herejía el priscilianismo).​ La invasión musulmana supuso su desaparición, resurgiendo en el año 1071.​ Los conflictos con las autoridades eclesiásticas de Santiago de Compostela no impidieron la construcción de una catedral que, tras ser destruida por un terremoto en 1135, se reedificaría hasta convertirse en un imponente edificio y en el principal monumento de la ciudad.

Braga en la actualidad.

Con más de 180.000 habitantes, Braga es una de las ciudades económicamente más dinámicas y pobladas de Portugal. Importante centro de comunicaciones, destaca por su comercio y por el turismo que genera su casco histórico. Del mismo modo, la ciudad cuenta con dos universidades (la Universidade Católica Portuguesa y la Universidade do Minho) y con una decena de museos, y es considerada uno de los centros culturales más importantes de todo Portugal.

El alcalde es Ricardo Rio (Partido Social Demócrata).

En cuanto al patrimonio histórico-artístico de la ciudad, podemos ver en este dedal tres de los monumentos más conocidos de la ciudad, estos son:

Santuario de Bom Jesus do Monte.

Bom Jesus do Monte es un santuario portugués situado en los alrededores de la ciudad de Braga, en el norte del país (41°33′17″N 8°22′39″O). Su nombre significa ‘Buen Jesús del Monte’.

El Santuario es un ejemplo notable de lugar de peregrinaje. Su característica más prominente son sus escaleras monumentales barrocas, que salvan un desnivel de 116 metros. Es una importante atracción turística de la ciudad de Braga.

Historia.

Numerosas cumbres en Portugal y otras partes de Europa han sido lugares de devoción religiosa desde antiguo, y es posible que la colina del Bom Jesus fuese una de ellas. Sin embargo, el primer indicio de la existencia de una capilla sobre la colina data de 1373. Esta capilla —dedicada a la Santa Cruz— fue reconstruida en los siglos XV y XVI. En 1629 se construyó una iglesia de peregrinaje dedicada al Bom Jesus (Buen Jesús), con seis capillas dedicadas a la Pasión de Cristo.

El Santuario actual se empezó a construir en 1722, bajo el patrocinio del Arzobispo de Braga, Rodrigo de Moura Telles. Se puede ver su escudo de armas en la entrada, al principio de la escalera. Bajo su dirección se completó los primeros tramos de escaleras, con capillas dedicadas al Via Crucis. Cada capilla está decorada con esculturas de terracota que describen la Pasión de Cristo. También patrocinó el siguiente tramo de escaleras, que tiene forma zigzagueante y está dedicado a los Cinco Sentidos. Cada sentido (vista, oído, olfato, gusto y tacto) está representado por una fuente diferente. Al final de esta escalera, se construyó, alrededor de 1725, una iglesia barroca, a cargo del arquitecto Manuel Pinto Vilalobos.

Las obras de las primeras capillas, escaleras e iglesia tuvieron lugar a lo largo del siglo XVIII. En una zona detrás de la iglesia (el llamado Terreiro dos Evangelistas), se construyeron, en la década de 1760, tres capillas octogonales con estatuas que describían episodios posteriores a la Crucifixión, como el encuentro de Jesús con María Magdalena. Su diseño exterior se le atribuye al célebre arquitecto bracarense André Soares. Alrededor de estas capillas hay cuatro fuentes barrocas con estatuas de los evangelistas, que datan también de aquella década.

Alrededor de 1781, el arzobispo Gaspar de Braganza decidió completar el conjunto añadiendo un tercer tramo de escaleras y una nueva iglesia. La tercera escalera también sigue un patrón zigzagueante y está dedicada a las Tres Virtudes Teologales: Fe, Esperanza y Caridad, cada una con su fuente. La iglesia vieja se demolió y se construyó una nueva siguiendo un estilo neoclásico, a cargo del arquitecto Carlos Amarante. Esta nueva iglesia, comenzada en 1784, tenía decorado su interior a comienzos del siglo XIX y fue consagrada en 1834. El retablo principal está dedicado a la Crucifixión.

En el siglo XIX, la zona alrededor de la iglesia y la escalera se expropió para convertirla en un parque. En 1882, para facilitar el acceso al Santuario, se construyó el Elevador do Bom Jesus, que unía la ciudad de Braga con la colina. Fue el primero de su clase que se construyó en la Península Ibérica y aún sigue en uso.

Significado.

El diseño del Santuario del Bom Jesus, con su naturaleza barroca remarcada por la forma zigzagueante de sus escaleras, ha influido muchos otros lugares de Portugal (como Lamego) y el Brasil colonial, como el Santuario de Congonhas. Los peregrinos, al subir las escaleras, encontraban un programa teológico que contrastaba los sentidos del mundo material con las virtudes del espíritu, y al mismo tiempo experimentaban las escenas de la Pasión de Cristo. La culminación de aquel esfuerzo era el templo de Dios, o sea, la iglesia situada en la cima de la colina. La presencia de varias fuentes a lo largo de las escaleras dan idea de la purificación del creyente.

La iglesia nueva (construida en 1784-1834 por Carlos Amarante) fue una de las primeras iglesias neoclásicas de Portugal.

Catedral de Braga (en portugués: (Braga)).

La Catedral de Braga, distrito de Braga, en Portugal está considerada como un centro de irradiación episcopal y uno de los más importantes templos del románico portugués, su historia se remonta a la obra del primer obispo, Pedro de Braga (posteriormente, declarado santo), correspondiéndose la restauración de 1070, de la que no se conservan vestigios.

En esta catedral se encuentran las tumbas de Enrique de Borgoña, francés y su mujer, Teresa de León, española, los condes de Condado Portucalense, padres del rey Alfonso I de Portugal.

En las dependencias de la antigua casa del Cabildo, mandada construir en el inicio del siglo XVIII por el Arzobispo Rodrigo de Moura Teles, se encuentra el tesoro museo de la catedral.

Historia.

En 1128 fue iniciado un edificio de cinco capillas en la cabecera, por iniciativa de Paio Mendes, parcialmente destruido por el terremoto de 1135. Respetando los cánones arquitectónicos de los Benedictinos clunicenses, los trabajos fueron dirigidos por Nuno Paio.

Más antiguos serían los absidiolos, hoy en el exterior norte, y tal vez algunos elementos del transepto. En 1268 las obras todavía no estaban concluidas. El edificio continuó siendo modificado con algunas intervenciones artísticas, siendo particularmente significativa el exonártex, mandado construir, en la fachada, por Jorge da Costa en los primeros años del siglo XVI y que vendría a ser concluida por Diogo de Sousa. Este último mandó hacer las rejas que ahora la cierran, teniendo aún alterado el pórtico principal, (destruyendo dos de las arquivoltas) y mandado ejecutar el ábside y la capilla mayor, obra de Juan del Castillo datada en el inicio del siglo XVI.

En 1688 se destacan las obras del arzobispo Rodrigo de Moura Teles, que modificó todo el frontal gusto barroco, mandando ejecutar también el cimborrio que ilumina el crucero.

Puerta Nueva de Braga.

Para quien llega a Braga en tren, saliendo de la estación y siguiendo hacia adelante (por la Calle Andrade Corvo), el Arco de la Calle del Souto constituye una de las entradas hacia el centro de la ciudad. Era una de las puertas medievales de la muralla defensiva construida por orden de D. Dinis y restaurada en el año 1373 por el rey D. Fernando.

Aunque reedificada en 1512 por el obispo D. Diogo de Sousa, la construcción que vemos actualmente data del s. XVIII y fue proyectada por André Soares en estilo barroco, según la voluntad del Arzobispo D. José de Bragança. En lo alto, una figura femenina representa la ciudad de Braga.

Muy cerca podemos ver la Torre de la Porta Nova, en la que está instalado el Museo de la Imagen.

El Arco de la Calle do Souto fue abierto en la muralla que circundaba la ciudad de Braga en el inicio del siglo XVI, por iniciativa del Obispo Don Diogo de Sousa.

Conocida por Porta Nova, se situaba en la cumbre de una de las arterias más relevantes, la Calle do Souto o Calle del Comercio. Sin embargo, el arco que hoy conocemos ha adquirido su actual configuración solamente en el siglo XVIII.

El Arco de vuelta perfecta, es compuesto por elementos propios de las obras de Soares realizadas en mediados del siglo. Si la obra de André Soares dio a Braga una importante marca tardobarroca y rococó, el “Arco da Porta Nova” debe ser entendido como una de sus más significativas intervenciones urbanas.

En todo caso, este monumento testimonia no solo el relevante mecenazgo religioso en aquella que es conocida como la ciudad de los arzobispos pero, también, el anuncio de un nuevo tiempo artístico – el neoclasicismo-, que se impone más tarde con la obra de Carlos Amarante.

(27/12/2019)

404. Dedal OPORTO // PORTO´s Thimble

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Dedal escudo Oporto (Portugal).

Como ayer he tenido algo de lío, no he subido entrada de dedal al blog, pero hoy os traigo un nuevo dedal que me traje de nuestro último viaje al país vecino, Portugal. Este dedal es un dedal de porcelana en el que se puede observar el escudo de armas de la ciudad de Oporto, la ciudad que hemos visitado en las pasadas Navidades, y con la cual por fin hemos saldado nuestra deuda, ya que en un viaje anterior nos había llovido, y no habíamos podido visitar gran cosa.

Oporto es la segunda ciudad más poblada de Portugal, después de Lisboa. Tenía 297.559 habitantes en el año 2011. Contornan el núcleo central de la ciudad de Oporto, la subregión de Gran Oporto, y de manera más amplia el Área Metropolitana de Oporto, que forma su área metropolitana de 2.959.045 habitantes. Se encuentra en el norte del país, en la ribera derecha del Duero en su desembocadura en el océano Atlántico. Es sede del distrito homónimo, en la Región Norte de Portugal.

El municipio de Oporto tiene 15 freguesias (equivalentes a parroquias o barrios). Limita al norte con Matosinhos y Maia, al este con Gondomar, al sur con el río Duero y Vila Nova de Gaia, y al oeste con el Atlántico.

Como muchas ciudades europeas, Oporto es una ciudad antigua que cuenta con un amplio patrimonio histórico, aunque durante las últimas décadas ha sido sometida a una amplia modernización. Cuenta con el metro más largo de Portugal, que cubre no sólo el Centro, sino también zonas de su área metropolitana como Senhora da Hora o Maia. Asimismo, el aeropuerto internacional Sá Carneiro ha sido recientemente ampliado para permitir una capacidad de 16 millones de pasajeros anuales.

Desde muy antiguo hay una rivalidad entre Lisboa y Oporto. Dicen que esta ciudad tiene un cierto aire británico, desde que se asentaron aquí los comerciantes de vino ingleses. Dice el refrán popular que «Lisboa se divierte, Coímbra estudia, Braga reza y Oporto trabaja».​

Su centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1996.​ Otros atractivos turístico-culturales son la torre de los Clérigos, realizada por Nicolau Nasoni, la Casa da Música y la Fundación Serralves, dedicada al arte contemporáneo, y que es el museo más visitado de Portugal. En el margen sur del río Duero se encuentran las famosas bodegas de vinos, aunque ya no pertenece al término municipal de Oporto sino a Vila Nova de Gaia. Dista de la frontera española con Galicia unos 140 km, que pueden recorrerse por autopista.

Tanto el país como el vino de Oporto deben sus nombres a la ciudad, que a su vez significa «el puerto». Por su pujanza cultural, demográfica e industrial es considerada como la «Capital del Norte» de Portugal.

Escudo de Oporto.

El escudo de armas de la ciudad muestra un castillo que representa los orígenes de la ciudad. Durante el dominio del Oporto por los suevos, su rey Hermerico I, fortificó un castillo en la colina de Pena Ventosa, edificando en su interior varias viviendas para sus tropas. A esta zona pasó a llamársele Cale Castrum Novum y empezó a formarse como ciudad.

En la base de esta colina, en la desembocadura del río Duero, los romanos añadieron un puerto durante su dominio a finales del siglo V y esta ciudad pasaría a denominarse puerto de Cale o «Portus Cale» (es ahí de donde proviene el topónimo Portugal).

Otro castillo importante, situado éste en la orilla de Vila Nova de Gaia, se utilizó como defensa de la ciudad. Ambos castillos han sido muy importantes en la historia de la ciudad y son representados hoy en día en el escudo de armas de la misma.

El diseño del escudo de armas cuenta también al lado del castillo, con una representación de la Virgen María. Es la virgen más importante de la ciudad y era símbolo de protección en la antigüedad, tanto que a Oporto se le conocía también como «ciudad de la Virgen» en Portugal.

La aprobación de este escudo heráldico, de su sello y bandera data del 25 de Abril de 1940, oficializado por una publicación en el Diàrio de Governo por la Cámara Municipal de la ciudad.

El escudo de armas muestra una representación de un castillo en color oro y con las ventanas y puertas en rojo, rememorando los orígenes y surgimiento de la ciudad. Encima en el medio vemos una representación de la Virgen María, vestida con un vestido rojo y una túnica azul y rodeada por una áurea de luz amarilla. Sobre las torres del castillo vemos dos escudos, y bajo el castillo vemos unas ondas que hacen referencia a la gran tradición marinera de esta ciudad portuguesa.

Rodeando al escudo, y encima del cual vemos una corona en color gris, hay unos motivos florales en tonos verde y una cinta blanca que en letras negras se puede leer «ANTIGA, MUI NOBRE, SEMPRE LEAL E INVICTA CIDADE DO PORTO».

(28/12/2019)

400. Dedal PORTUGAL // PORTUGAL´s Thimble

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Dedal Resina Portugal.

Pues nada, otro día más, con un nuevo dedal. El dedal que os quiero enseñar hoy es un dedal de Portugal. Este dedal me lo he traído de nuestro último viaje, del cual ya os he hablado en una publicación anterior. En las pasadas Navidades, hemos vuelto a la ciudad de Oporto, y nos hemos acercado a Aveiro, y a algún sitio más. Este dedal lo he conseguido en la misma tienda que conseguí el dedal de Aveiro, en “Casa Marqués, Turismo Regional, Recordaçóes, Souvenirs, Recuerdos”, la cual podéis encontrar en la Rúa Joao Mendonça. Es un dedal de resina, en el que se puede ver el escudo de Portugal y los colores de su bandera, el verde y el rojo.

Portugal, oficialmente la República Portuguesa, es un país soberano miembro de la Unión Europea, constituido como un estado de derecho democrático. Es un país transcontinental, su territorio, con capital en Lisboa, está situado en el suroeste de Europa, en la península ibérica. Limita al este y al norte con España, y al sur y oeste con el océano Atlántico. Comprende también los archipiélagos autónomos de las Azores y Madeira situados en el hemisferio norte del océano Atlántico.

El nombre de Portugal probablemente provenga del antiguo nombre de Oporto, del latín «Portus-Galliae» —puerto de Galia, debido a que las naves galas frecuentaban este puerto— o, más probablemente, de «Portus-Cale» —topónimo atestiguado en la Chronica del historiador del siglo V, Hidacio—, por un amarradero existente en un lugar fortificado llamado «Cale«.​

Portugal ha sido un testigo histórico de un flujo constante de diferentes civilizaciones durante los últimos 3100 años. Tartessos, celtas, fenicios, cartagineses, griegos, romanos, germanos (suevos y visigodos), musulmanes, judíos y otros pueblos han dejado huella en la cultura, historia, lenguaje y etnia. Durante los siglos XV y XVI, Portugal fue una potencia económica, social y cultural mundial, así como un imperio que se extendía desde Brasil hasta las Indias Orientales. Posteriormente, sobre todo tras las Guerras Napoleónicas y la independencia de Brasil entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, Portugal empezó a vivir periodos convulsos. Con la Revolución de 1910, terminó la monarquía, después de haber tenido, de 1139 a 1910, 34 monarcas. El país vivió bajo una dictadura entre 1933 y 1974, cuando cayó tras una revuelta conocida como la Revolución de los Claveles. En 1986 ingresó en la Unión Europea y, desde 2001, forma parte de la eurozona.

Es un país desarrollado,​ con un índice de desarrollo humano (IDH) considerado como «muy elevado»,​ y con una alta tasa de alfabetización.​ El país está clasificado como el 19.º con mejor calidad de vida, tiene uno de los mejores servicios sanitarios del planeta y es considerado una nación globalizada y pacífica.​ Asimismo, es el 18.º destino turístico mundial en volumen de visitantes. Es miembro de la ONU, la Unión Europea (incluyendo la eurozona y el Espacio Schengen), la OTAN, la OCDE y la CPLP, entre otros. También participa en las fuerzas de paz de las Naciones Unidas.

Historia.

Primeros pobladores.

La prehistoria de Portugal está unida a la de la península ibérica. Hacia el año 10.000 a. C. los íberos comenzaron a poblar el interior de las tierras de la península a la que darían nombre. Entre el 4000 a. C. y el 2000 a. C., Portugal y Galicia vieron como se desarrollaba una cultura megalítica original, con respecto al resto de la península, caracterizada por su arquitectura funeraria, sus rituales propios y por la práctica de la inhumación colectiva. Aún se pueden encontrar monumentos de entonces, sobre todo en el Alentejo: el crómlech de los Almendros, cerca de Évora, los del valle Maria do Meio o de Portela de Mogos, así como el dolmen de Zambujeiro.

En la Edad de Bronce hubo unos primeros contactos marítimos entre el litoral atlántico y el de las islas británicas, mientras que el sur de la península empezaba sus relaciones comerciales con el Mediterráneo: griegos y fenicios, provenientes del actual Líbano, así como sus descendientes, los cartagineses.​ Esto trajo consigo la instalación de los primeros puestos comerciales semipermanentes.​ El motor de este comercio era la riqueza de la península en metales (oro, plata, hierro y estaño) así como el salado de pescado atlántico, que gozaba de gran reputación en el Mediterráneo. Los fenicios fueron, precisamente, los que fundaron Lisboa alrededor del año 1000 a. C.​ La leyenda dice que fue Ulises quien le dio nombre.

Durante la Edad de Hierro, un pueblo indoeuropeo se estableció por toda la región: los celtas. Estos ocuparon todo el territorio hoy conocido como Portugal, vivieron en pequeños núcleos de población aislados que se encontraban en los puntos altos con casas circulares o castros y practicaron la agricultura y la ganadería. Con su dominio del hierro los trabajos de la tierra fueron más eficaces, las cosechas aumentaron y mejoraron las condiciones de vida y la demografía.

Los cartagineses llegaron a la península ibérica el s. III a. C., atraídos por sus recursos mineros, pesqueros y por la reputación de los guerreros íberos. Ocuparon el sur de Portugal y, aliados con los lusitanos de origen celta, formaron la primera resistencia a la invasión romana de la península. No obstante, tras las guerras púnicas los cartagineses fueron derrotados y los romanos incorporaron la región a su imperio como Lusitania, a partir de 45 a. C.​ Tras la disolución del imperio romano en el siglo V d. C. Lusitania fue invadida por pueblos como los suevos, los vándalos, los alanos, los burios y los visigodos hasta que, finalmente, fue conquistada por los árabes. En 868, durante la Reconquista, se formó el condado Portucalense, que fue incorporado al Reino de Galicia en 1071.

Formación y consolidación del reino.

Mucho antes de que Portugal lograra su independencia hubo algunos intentos para alcanzar una mayor autonomía, e incluso la independencia, por parte de los condes que gobernaban las tierras del condado de Galicia y de Portucale. Con la idea de acabar con este clima independentista de la nobleza local en relación al dominio leonés, el rey Alfonso VI de León entregó el gobierno del condado de Galicia, que en aquel momento incluía las llamadas «tierras de Portucale«, al conde Raimundo de Borgoña. Tras muchos fracasos militares de Raimundo contra los árabes, Alfonso VI decidió dar en 1096 al primo de este, el conde Enrique de Borgoña, el gobierno de las tierras más al sur del condado de Galicia fundándose así el condado Portucalense. Con el gobierno del conde Enrique de Borgoña, el condado conoció no solo una política militar más eficaz en la lucha contra los árabes, sino también una política independentista más activa.

Tras su muerte y la llegada al poder de su hijo Alfonso Enríquez, Portugal consiguió la independencia con la firma en 1143 del tratado de Zamora y reconocida por el papa Alejandro III en la bula Manifestis Probatum en 1179. Posteriormente, conquistó localidades importantes como Santarém, Lisboa, Palmela y Évora.​ Una vez acabada la Reconquista portuguesa en 1249, la independencia del nuevo reino fue puesta en entredicho varias veces por el reino de Castilla. En una de estas situaciones de conflicto con el reino de Castilla, el rey Dionisio I de Portugal firmó junto al rey Fernando IV de Castilla (que era representado, al ser menor de edad, por su madre la reina María de Molina) el Tratado de Alcañices, en el cual se estipulaba que Portugal suprimía los tratados acordados en contra del reino de Castilla por el apoyo al infante Juan de Castilla. En este tratado se establecía entre otras cosas la delimitación fronteriza entre los entonces reinos de Portugal y de León, en la que se incluía la cuestionada localidad de Olivenza. La primera fue debida a la crisis sucesoria abierta tras la muerte de Fernando I de Portugal, que acabó con la victoria portuguesa en Aljubarrota en 1385.

La Era de los Descubrimientos y la dinastía felipina.

Con el final de la guerra, Portugal inició un proceso de exploración y expansión conocido como «Era de los Descubrimientos», cuyas figuras destacadas fueron el infante Enrique el Navegante y el rey Juan II. Tras la conquista de Ceuta en 1415 y el paso del cabo Bojador por Gil Eanes, la exploración de la costa africana continuó hasta que Bartolomé Díaz comprobó en 1488 la comunicación entre los océanos Índico y Atlántico al doblar el cabo de Buena Esperanza.​ En poco tiempo los portugueses descubrieron rutas y tierras en Norteamérica, Sudamérica y Oriente, en su mayoría durante el reinado de Manuel I, el Aventurero. La expansión hacia Oriente, sobre todo gracias a las conquistas de Alfonso de Alburquerque, concentró casi todos los esfuerzos de los portugueses, aunque en 1530 Juan III inició la colonización de Brasil.​ Las riquezas allí encontradas hicieron que los portugueses se centraran en el Nuevo Mundo, con la consiguiente pérdida de otras plazas en el Índico, como Ormuz, frente a otras potencias europeas.

El país tuvo su «siglo de oro» durante esta época. Sin embargo, en la batalla de Alcazarquivir contra Marruecos, en 1578, murieron el joven rey Sebastián y parte de la nobleza portuguesa. Subió al trono el rey cardenal Enrique, que murió dos años después, con lo que se abrió la crisis sucesoria de 1580, que se resolvió con la llamada unión ibérica entre Portugal y España, durante la cual los dos reinos tuvieron coronas separadas pero gobernadas por el mismo rey. Felipe II de España fue el primero de tres reyes españoles. Privado de una política exterior independiente y envuelto en una guerra junto con España contra los Países Bajos, el país sufrió grandes reveses en su imperio y perdió el monopolio del comercio en el Índico.

La unión con España acabó el 1 de Diciembre de 1640. La nobleza nacional, tras haber vencido a la guardia real en un repentino golpe de Estado, depuso a la duquesa gobernadora y virreina de Portugal Margarita de Saboya y coronó a Juan IV como rey de Portugal. Se inició así la Guerra de Restauración portuguesa, que se prolongó hasta 1668, año en que se firmó el tratado de Lisboa, por el cual el rey español Carlos II reconoció la independencia de Portugal.

Restauración, absolutismo y liberalismo.

El final del siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII fueron testigos del florecimiento de la minería en Brasil: el descubrimiento de oro y piedras preciosas convirtió a la corte de Juan V en una de las más opulentas de Europa. Estas riquezas sirvieron para pagar productos importados, en su mayoría de Inglaterra, ya que no existía industria textil en el reino y las telas eran importadas de las islas británicas. El comercio exterior se basaba en la industria del vino y los esfuerzos para invertir la situación con grandes reformas mercantiles del marqués de Pombal, ministro entre 1750 y 1777, impulsaron el desarrollo económico durante el reinado de José I. Fue durante este reinado cuando un terremoto devastó Lisboa y el Algarve, el 1 de Noviembre de 1755.

Para no romper la alianza con Inglaterra, Portugal rechazó unirse al bloqueo continental, por lo que fue invadida por los ejércitos napoleónicos en 1807. La corte de la familia real se refugió en Brasil y la capital se trasladó a Río de Janeiro hasta 1821. Ese año, Juan VI, desde 1816 rey del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve, regresó a Lisboa para jurar la primera constitución portuguesa. Al año siguiente, su hijo Pedro fue proclamado emperador de Brasil y declaró su independencia con respecto a la metrópolis.

Durante el resto del siglo XIX Portugal vivió períodos de enorme perturbación política y social, como la guerra civil y las repetidas revueltas y pronunciamientos militares como la revolución de Septiembre, la de Maria da Fonte, la de Patuleia, etc. Gracias al Acto Adicional a la Carta Constitucional de 1852 fue posible un periodo de paz interna así como el inicio de las políticas de obras públicas lideradas por Fontes Pereira de Melo.​ A finales del siglo XIX las ambiciones coloniales portuguesas chocaron con las inglesas, lo que provocó el ultimátum británico de 1890.​ La cesión a las exigencias británicas y los crecientes problemas económicos causaron a la monarquía un descrédito creciente, que culminó con los asesinatos de Carlos I y el príncipe heredero Luis Felipe el 1 de Febrero de 1908. La monarquía se mantuvo en el poder durante dos años más, encabezada por Manuel II, pero fue abolida el 5 de Octubre de 1910, instaurándose una república.

República, Estado Nuevo y democracia.

El rey salió hacia el exilio en Inglaterra tras la instauración de la república.​ Después de varios años de inestabilidad política, con luchas de trabajadores, tumultos, levantamientos, homicidios políticos y crisis financieras, problemas agravados por la participación portuguesa en la Primera Guerra Mundial, el ejército tomó el poder en 1926. Dos años más tarde, el régimen militar nombró ministro de Finanzas a António de Oliveira Salazar, profesor de la universidad de Coímbra, que en 1932 se convirtió en presidente del consejo de ministros.

Salazar restauró las finanzas e instituyó el Estado Nuevo, régimen autoritario de corporativismo de Estado con un partido único y sindicatos estatales, además de una afinidad fascista bien marcada, al menos hasta 1945,​ cuando tras la victoria de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial, Salazar sufrió presiones para transformar Portugal en una democracia. En 1968, apartado del poder por una enfermedad, fue sucedido por Marcelo Caetano.​

El rechazo del régimen a la descolonización de las provincias ultramarinas supuso el inicio de la guerra colonial primero en Angola (1961), y poco después en Guinea-Bisáu (1963) y Mozambique (1964). A pesar de las críticas de algunos de los oficiales del ejército más veteranos, entre los cuales se encontraba el general António de Spinola, el gobierno se mantuvo firme en su decisión de continuar con esta política.​ Este último publicó un libro, Portugal y el futuro, en el que afirmaba que la guerra colonial era insostenible, por lo cual fue destituido. Este hecho aumentó el malestar entre los oficiales más jóvenes del ejército, que el 25 de Abril de 1974 dieron un golpe de Estado, conocido como la Revolución de los Claveles.

A esta revolución le siguió un periodo de enfrentamientos políticos muy encendidos entre las fuerzas sociales y políticas, llamado Proceso Revolucionario en Curso, que tuvo su punto álgido en el llamado verano caliente de 1975, durante el cual el país estuvo a punto de caer en un nuevo periodo de dictadura, esta vez de orientación comunista. En este periodo, Portugal reconoció la independencia de todas sus antiguas colonias de África.

El 25 de Noviembre de 1975 los paracaidistas y la policía militar de la Región Militar de Lisboa, aliados con diversos sectores de la izquierda radical, llevaron a cabo una tentativa de golpe de Estado sin un liderazgo claro. El grupo de los Nueve reaccionó poniendo en práctica un plan militar de respuesta, liderado por António Ramalho Eanes, que resultó un éxito. Al año siguiente se consolidó la democracia y el propio Ramalho Eanes fue nombrado presidente, el primero elegido por sufragio universal. Se aprobó una constitución democrática y se establecieron los poderes políticos locales —las autarquías— y los gobiernos autónomos regionales de Azores y Madeira.​

Entre las décadas de 1940 y 1960, Portugal fue miembro cofundador de la OTAN (1949), la OCDE (1961) y la EFTA (1960), de la que se salió en 1986 para adherirse a la entonces CEE.​ En 1999, Portugal se adhirió a la zona Euro​ y ese mismo año entregó la soberanía de Macao a la República Popular China.​ Desde su adhesión a la UE, el país ha presidido el Consejo Europeo tres veces, la última en 2007 cuando presidió la ceremonia de la firma del tratado de Lisboa.

(29/12/2019)

394. Dedal AVEIRO // AVEIRO´s Thimble

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Dedal porcelana Aveiro / Costa Nova (Portugal).

Aquí os traigo un nuevo dedal. Aprovechando la cuarentena en la que nos encontramos en España, debido al COVID-19, aprovecharé para poder enseñaros unos cuantos dedales que tengo guardados desde que me los traje. Hace ya unos meses, aprovechando las Navidades, nos fuimos de viaje de nuevo a la ciudad portuguesa de Oporto, y además nos acercamos hasta Aveiro y Costa Nova. De este pequeño viaje, me traje unos cuantos dedales, y este es el primero de los que os quiero enseñar en mi blog. Este dedal de Aveiro, lo conseguí en la tienda llamada «Casa Marqués, Turismo Regional, Recordaçóes, Souvenirs, Recuerdos», la cual podéis encontrar en la Rúa Joao Mendonça.

Aveiro es una ciudad portuguesa, capital del distrito homónimo, en la Región Centro y comunidad intermunicipal de Aveiro, situada cerca de 55 km al norte de Coímbra y con cerca de 60.000 habitantes, casi 80.000 considerando las freguesías del extrarradio. La ciudad ha sido frecuentemente denominada La «Venecia de Portugal» por sus canales que atraviesan el centro de la ciudad lo cual dota a la ciudad de una gran belleza, conjuntamente con el barrio viejo de «Beira Mar» donde se conservan las tradicionales casas y los almacenes de sal de la ría. El aire antiguo de la ciudad se mezcla perfectamente con la modernidad que ha irrumpido por la vida universitaria y hacen de esta ciudad un sitio apetecible en cualquier época del año.

Es sede de un municipio con 199,77 km² de área y 73.335 habitantes (2001), subdividido en catorce freguesías. El municipio limita al norte con el municipio de Murtosa (ya sea a través de la ría de Aveiro, ya sea por tierra), al noreste con Albergaria-a-Velha, al este con Águeda, al sur con Oliveira do Bairro, al sureste con Vagos y con Ílhavo (siendo los límites con este último concello también terrestres y a través de la ría), y con una franja relativamente estrecha de litoral en el océano Atlántico, al oeste.

Es un municipio territorialmente discontinuo, dado que comprende algunas islas de la ría de Aveiro, y una porción de la península costera de casi 25 km de extensión que cierra la ría por occidente.

El documento del legado hecho por la condesa Muniadona Díaz al monasterio de Guimarães el 26 de Enero de 959, contiene la referencia a Suis terras in Alauario et Salinas, la forma más antigua que se conoce del topónimo de Aveiro. Las primeras menciones que hacen referencia a la ciudad datan del siglo X, pero hasta el siglo XIII no es elevada a la categoría de villa.​ En aquella época, la población se agrupaba en torno a la iglesia principal consagrada a San Miguel Arcángel, situada donde está hoy la Plaza de la República, aunque este edificio fue demolido en 1835.

La buena situación geográfica de Aveiro ha beneficiado su crecimiento. Las salinas, que abundan en aquella zona, la pesca (particularmente la del bacalao​) y el comercio marítimo han constituido la base económica de la ciudad.

Más tarde, el rey Juan I, siguiendo el consejo de su hijo, el príncipe Pedro, quien en ese momento era donatario de Aveiro, ordenó que el poblado fuese rodeado con murallas que, en el siglo XIX, fueron demolidas y parte de sus piedras utilizadas en la construcción de los rompeolas de la nueva barra.

En 1434, el rey Eduardo I dio al pueblo el privilegio de celebrar una feria anual libre que ha llegado a nuestros días y es conocida por Feria de Marzo.

En 1472, la hija del rey Alfonso V, la infanta Joana, entró en el Convento de Jesús, donde murió el 12 de Mayo de 1490, aniversario recordado hoy en el día de fiesta municipal. La estancia de la hija del rey tuvo repercusiones importantes para Aveiro, llamando la atención sobre la villa, de este modo promoviendo su desarrollo.

El primer fuero de Aveiro es manuelino y fue otorgado en 4 de Agosto de 1515, y está incluido en el Libro de Lecturas Nuevas de Fueros de Estremadura.

A finales del siglo XVI y principios del XVII, la inestabilidad de la vital comunicación entre la ría y el mar llevó al cierre del canal. Esto impidió el uso del puerto y creó condiciones de insalubridad que provocaron el estancamiento de las aguas de la laguna. Muchos residentes de Aveiro emigraron y crearon nuevos pueblos de pescadores a lo largo de la costa portuguesa. Esto causó una gran disminución de la población y provocó una importante crisis económica y social. Fue, sin embargo, y curiosamente, en esta fase de recesión que se construyó en pleno dominio filipino, la iglesia de la Misericordia, uno de los templos más notables de Aveiro. Estos pueblos de pescadores continúan existiendo como barrios del extrarradio aveirense: Gafanha de Nazaré, Gafanha da Encarnação, etc.

En 1759, Aveiro se convirtió en ciudad por orden del rey José I, unos meses después de ser condenado por traición, a la horca, el último duque de Aveiro. Unos años después, en 1774, a pedido del rey José I, el papa Clemente XIV convirtió Aveiro en sede de la diócesis que lleva el mismo nombre.

Por estas razones, a petición de algunas personas notables de la ciudad, la nueva ciudad, por Real Decreto de 11 de Abril de 1759, se le dio el nombre de Nueva Bragança en lugar de Aveiro. Cuando el Marqués de Pombal cayó en desgracia, la reina María I en 1777 ordenó que la ciudad volviera a llamarse por su antiguo nombre.

Costa Nova, es uno de los maravillosos lugares que se puede ver en el dedal además de la ciudad de Aveiro.

La playa de Costa Nova do Prado o tan sólo Costa Nova está situada en la costa oeste de Portugal, en la orilla de la Ría de Aveiro. La zona administrativa de la ciudad está en Ílhavo, y la zona turística en Rota da Luz.

Tuvo su origen en la apertura de la barra de la ría en 1808. La designación se debe a dos hechos. El primero, «Nueva Costa», en contraposición a la «Costa de Antigua» (San Jacinto). En segundo lugar, debido al hecho de que este lugar, ha habido un enorme prado verde (Costa Nova do Prado).

Es una de las excelentes playas portuguesas para practicar deportes acuáticos, y también cuentan aquí con un club náutico. A menudo, se ven un montón de tablas de windsurf, kitesurf y otros deportes similares. El tópico de esta playa son las casas pintadas con franjas verticales intercalados con colores vivos y alegres.

En este dedal también se puede ver el Farol da Barra o Faro de Aveiro.

El Faro de Aveiro (en portugués: Farol de Aveiro) es un faro situado en la freguesía de Gafanha da Nazaré, concejo de Ílhavo, distrito de Aveiro, Portugal. Es el faro más alto de Portugal y el segundo de la Península Ibérica, sólo un metro por debajo del Faro de Chipiona, Cádiz, España, y uno de los más altos del mundo.

En 1879 empezó a construirse el faro según el proyecto del ingeniero Paulo Benjamín Cabral, entrando en funcionamiento en 1893. Tenía un aparato óptico de 1.er orden, de 920 mm de distancia focal, lámpara de incandescencia a vapor de petróleo, lámpara de reserva de aceite de nivel constante y mecanismo de relojería para conseguir la rotación de la linterna. También entró en funcionamiento una señal sonora de aire comprimido en un local construido en el muelle. Esta señal fue traslada a otro local enfrente del faro en 1898.

En 1908 la maquinaria de la señal sonora fue sustituida por dos máquinas de vapor verticales. En 1932 se construyó un espigón para proteger el faro, lo que no impidió que en 1935 el mar se llevase la maquinaria de la señal sonora, siendo entonces trasladada a la cima de la torre del faro. En 1936 fue electrificado con grupos electrógenos.

En 1947 recibió un nuevo aparato óptico de 3.er orden, de 375 mm de distancia focal, que incluía también paneles para convertirlo en señal aeromarítima. También recibió entonces una lámpara eléctrica quedando la de vapor de petróleo como reserva. En 1950 se le instaló una lámpara de 3.000 w. Como novedad en este tipo de edificios, en 1958 fue instalado un ascensor, reduciéndose también la potencia de la lámpara que quedó en 1.000 w. En 1990 fue automatizado.

El faro emite una luz blanca en grupos de cuatro destellos espaciados regularmente en un ciclo de 13 segundos en un plano focal de altura 66 metros y un alcance nominal nocturno de 23 millas náuticas.

(29/12/2019)

313. Dedal LISBOA // LISBOA´s Thimble

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Dedal Lisboa. Colección de Dedales de Ciudades Europeas.

Seguimos con más dedales de la colección de dedales de Gritos de Madrid de las Ciudades Europeas. En esta ocasión, os quiero enseñar el dedal de la ciudad de Lisboa.

Lisboa es la capital y mayor ciudad de Portugal. Situada en la desembocadura del río Tajo (Tejo), es la capital del país, capital del distrito de Lisboa, de la región de Lisboa, del Área Metropolitana de Lisboa, y es también el principal centro de la subregión de la Gran Lisboa. La ciudad tiene una población de 547.773 habitantes y su área metropolitana se sitúa en los 2.821.697 en una superficie de 2921,90 km². Esta área contiene el 20% de la población del país. Lisboa es la ciudad más rica de Portugal.

El municipio de Lisboa, que coincide con la ciudad propiamente dicha (excluyendo la aglomeración urbana continua, más grande, que la rodea), tiene una extensión de 100,05 km², en los que en 2011 vivían 547.733 habitantes. Su densidad demográfica es de 5.474,59 hab/km². El municipio se subdivide en 24 freguesias (parroquias) y limita al norte con los municipios de Odivelas y Loures, al oeste con Oeiras, al noroeste con Amadora y al sureste con el estuario del Tajo. A través del estuario, Lisboa se une a los municipios de la Margen Sur: Almada, Seixal, Barreiro, Moita, Montijo y Alcochete.

Historia.

Prehistoria. Durante el Neolítico, la región estaba habitada por el sustrato de población preindoeuropea que se viene en denominar preíbero. Como en otros puntos de la Europa atlántica, se construyeron monumentos religiosos llamados megalitos, dólmenes y menhires que aún se pueden observar en los alrededores de la ciudad. Pueblos celtas entraron en contacto con el sustrato anterior y se asentaron en la zona antes del primer milenio antes de Cristo, surgiendo tribus de habla céltica como los conii y los Cempsii.

El poblado prerromana de Olisipo tiene su origen en los siglos VIII-VII a. C y se asentaba en la cima y en las laderas de la colina donde actualmente se ubica el castillo de San Jorge. Se estima que la población rondaba entre los 2500 y 5000 habitantes.

Edad Antigua. Lisboa es para unos de origen griego, para otros fenicio, siendo cuestión más bien basada en la leyenda, que en la evidencia arqueológica. El puerto natural que creaba el estuario del río Tajo lo convirtió en punto adecuado para crear un asentamiento que proveyera de comida a los barcos fenicios que se encontraban en ruta comercial hacia las islas del Estaño (actualmente Islas Sorlingas y Cornualles).

Los fenicios también aprovecharon la situación de la colonia en la boca del río más grande de la Península Ibérica para comerciar con las tribus del interior de las que obtenían metales preciosos. Otro importante producto local era la sal, el pescado salado y los caballos lusitanos.

Recientemente, se han encontrado vestigios fenicios del siglo VIII a.C. bajo la catedral de Lisboa. Sin embargo, algunos historiadores modernos consideran irreal la idea de la fundación fenicia y estiman que Lisboa era una antigua civilización autóctona (oppidum) y que, como máximo, mantenía relaciones comerciales con los fenicios, lo que explicaría la presencia de cerámica fenicia y otros objetos.

Durante las guerras púnicas, después de la muerte de Aníbal Barca (cuyas tropas incluían a miembros de la tribu de los Conii), los romanos decidieron arrebatar a Cartago su posesión más valiosa, Hispania (nombre dado por los romanos a la Península Ibérica). Tras la derrota de los cartaginenses a manos de Escipión el Africano en Hispania oriental, la pacificación del oeste la llevó a cabo el cónsul Décimo Junio Bruto Galaico. Él firmó un acuerdo con Olissipo para que ésta enviara a sus súbditos a luchar junto con las legiones romanas contra las tribus célticas del noroeste. Como compensación, Olissipo se integró en el imperio con el nombre de Felicitas Julia, constituyendo un Municipium Cives Romanorum. Se garantizó el autogobierno en un territorio de 50 kilómetros alrededor de la ciudad, estaban exentos de impuestos y sus ciudadanos tenían los privilegios de los ciudadanos romanos. La zona pasó a constituir la provincia de Lusitania con capital en Emerita Augusta. Los ataques de los lusitanos a la ciudad durante las frecuentes rebeliones debilitaron la ciudad y hubo que construir un muro.

Durante el reinado de César Augusto, los romanos construyeron un teatro y un anfiteatro; unas termas situadas en la actual Rua da Prata; Los templos de Júpiter, Diana, Cibeles, Tetis e Idae Phrygiae (un culto poco común procedente de Asia Menor), aparte de templos en honor al emperador; una necrópolis bajo la actual plaza de Figueira; un foro y otros edificios como las insulae, una zona de viviendas entre la actual colina del castillo y el centro de la ciudad. Muchas de estas ruinas fueron desenterradas a mediados del siglo XVIII, cuando el descubrimiento de Pompeya desató una ola de furor arqueológico en las clases altas europeas.

Económicamente Olissipo era conocida por su garum, una especie de salsa de pescado afrodisíaca que se exportaba hasta Roma y otras ciudades. Vino, sal y sus caballos eran otros elementos de exportación. Además de la explotación de las minas de oro y plata, una gran parte de la riqueza que conseguían los romanos provenía de los tributos, los impuestos, los rescates y los saqueos de los tesoros de los pueblos de Lusitania y del resto de la península. La ciudad prosperó cuando se terminó con la piratería y llegaron avances tecnológicos, que permitieron la expansión del comercio con las nuevas provincias romanas de Britania (especialmente Cornwall y el Rin y a través de la civilización que vivía a orillas del Tajo. La ciudad era gobernada por una oligarquía dominada por dos familias, los Julii y los Cassiae.

El romano lisboeta más famoso fue Sertorio que llevó a cabo una rebelión contra Sila. Junto con la mayoría de hablantes de Latín existían minorías de comerciantes griegos y esclavos. La ciudad estaba conectada por calzadas romanas a otras dos ciudades, Bracara Augusta en la provincia Tarraconense (actualmente la ciudad portuguesa de Braga) y Emerita Augusta, actualmente Mérida (España).

Olissipo sería uno de los primeros núcleos en abrazar el cristianismo. El primer obispo de la ciudad fue San Gens. Sufrió las invasiones bárbaras por parte de los alanos, los vándalos y posteriormente fue parte del reino de los suevos, antes de ser tomada por los visigodos del reino visigodo de Toledo, que la llamaron Ulishbona.

Edad Media. Lisboa fue tomada por los árabes aproximadamente en el 711 (recibió el nombre al-ʾIšbūnah en árabe الأشبونة), bajo cuyo gobierno la ciudad floreció. Los musulmanes, procedentes del norte de África y Oriente Próximo, construyeron varias mezquitas, casas y los muros de la ciudad, que actualmente se llama Cerca Moura. La ciudad mantuvo una población diversa entre la que se encontraban cristianos, bereberes, árabes, judíos y Saqalibas.

El árabe se impuso como idioma oficial. El mozárabe era la lengua materna que hablaba la población cristiana. El Islam era la religión oficial, practicada por los árabes y los muladís, los cristianos y judíos podían mantener sus creencias, en calidad de dhimmis, y previo pago del yizia.

La influencia musulmana todavía puede ser observada en el Alfama, la parte vieja de la ciudad que resistió al terremoto. Algunos nombres derivan del árabe; la Alfama, el distrito más antiguo de Lisboa, deriva del árabe al-hamma.

Fue tomada en 798 por Alfonso II de Asturias. En 844, los vikingos atacan Lisboa con 54 bajeles y la saquearon durante 13 días antes de ser expulsados. Hubo otra invasión vikinga en 966. Entre 1013 y 1022, durante el periodo Taifa, Lisboa perteneció a la Taifa de Badajoz, mientras se mantuvo bajo el poder de Sabur al-Saqlabi, un saqaliba, antiguo súbdito de Alhakén II.

Un primer intento de los portugueses de tomar la ciudad fracasó en 1137. En 1147, como parte de la Reconquista, un grupo de caballeros franceses, ingleses, alemanes, y portugueses, liderados por Alfonso, asediaron y conquistaron Lisboa, pasando a manos cristianas.

La reconquista de Portugal y el restablecimiento del cristianismo es uno de los eventos más significativos de la historia lisboeta; aunque se sabe que había un obispo mozárabe en la ciudad que fue asesinado por los cruzados y que la población estaba rezando a la Virgen cuando les atacaba una plaga. El árabe perdió su estatus de oficialidad y poco a poco fue dejado de usarse en la vida cotidiana. La población musulmana que quedó se convirtió al Catolicismo o fueron expulsados, mientras que las mezquitas se transformaron en iglesias.

Lisboa recibió su primer fuero en 1179 y se convirtió en capital de Portugal en 1255 debido a su localización central en el territorio portugués.

Entre 1383 y 1385 hubo una guerra civil (crisis de 1383–1385) en Portugal por la sucesión del último rey de la dinastía de Borgoña, Fernando I, entre los partidarios de doña Beatriz de Portugal, la esposa del rey Juan I de Castilla y los de Juan I de Avis. Lisboa, alineada con el bando de Avis, sufrió un asedio por parte del ejército castellano (que intervino en la crisis a favor de Beatriz), levantado por una epidemia de peste entre los sitiadores. Una segunda invasión terrestre fue derrotada en Aljubarrota en 1385.

En 1290, Dionisio I fundó el Estudo Geral (Estudio General) (actualmente Universidad de Coímbra), siendo trasladada varias veces a Coímbra donde se instaló de forma definitiva en el siglo XVI.

Edad Moderna. La mayoría de las expediciones portuguesas de la Era de los Descubrimientos partieron de Lisboa durante los siglos XV y XVII, incluyendo la salida de Vasco da Gama hacia la India en 1497. El siglo XVI supone la era de oro de Lisboa que se convirtió en un punto de comercio europeo con el lejano oriente, mientras que el oro de Brasil arribaba a la ciudad.

En esta época de oro, las casas de Lisboa tenían entre tres y cinco pisos, siendo el bajo una tienda y los últimos almacenes para comerciantes. En esta época Lisboa recoge el testigo de los genoveses en el comercio de esclavos, (que eran de África, de la Península Ibérica y del resto de Europa). Se convirtió en un puerto por el que pasaban esclavos que después eran vendidos en diversos puntos de Europa. Lisboa recibía una gran cantidad de comerciantes extranjeros.

Tras la incorporación de Portugal a la Monarquía Hispánica de Felipe II (1580), se consideró incluso el establecimiento de la corte en Lisboa, pero se descartó, en beneficio de Madrid, donde se había fijado la capital en 1561. Los principales episodios de la revuelta de restauración de 1640, que obtuvo la independencia de Portugal, tuvieron lugar en Lisboa.

Al inicio del siglo XVIII, durante el reinado de D. João V, la ciudad es dotada con una gran obra pública extraordinaria para la época: el Acueducto de las Aguas Libres.

El terremoto de Lisboa de 1755 mató a entre 60.000 y 100.000 personas. Voltaire escribió un poema, Poême sur le désastre de Lisbonne, justo después, y mencionó el terremoto en su novela Cándido de 1759 (de hecho, algunos argumentan que su crítica al optimismo fue inspirada en el terremoto). Oliver Wendell Holmes también lo menciona en su poema de 1857, The Deacon’s Masterpiece, or The Wonderful One-Hoss Shay.

Después del terremoto de 1755, la ciudad fue reconstruida según los planes del Marqués de Pombal, por el cual a la parte central se le denomina Baixa Pombalina. En vez de reconstruir la ciudad medieval, el Marqués de Pombal decidió destruir lo que había resistido al terremoto y reconstruir la ciudad con normas urbanísticas de la época. La cuadrícula adoptada en los planos de reconstrucción permitió diseñar las plazas de Rossio y de Terreiro do Paço.

Edad Contemporánea. A principios del siglo XIX, Portugal fue invadido por las tropas de Napoleón Bonaparte, obligando al rey Juan VI a huir a Brasil. Las tropas napoleónicas fueron expulsadas por los ejércitos angloportugueses al mando de Arthur Wellesley, Duque de Wellington. Éste permitió a los ocupantes la evacuación de la ciudad, acordada en la Convención de Cintra.

La ciudad vivió intensamente la Guerra Civil y comenzó la época del florecimiento de las cafeterías y teatros. Más tarde, en 1879, fue abierta la Avenida da Liberdade que inició la expansión de la ciudad más allá de la Baixa.

Lisboa fue el centro de la Revolución del 5 de Octubre de 1910, que instauró la Primera República Portuguesa. Previamente, había tenido lugar el regicidio de Carlos I en 1908.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Lisboa fue uno de los pocos puertos atlánticos europeos neutrales, siendo una puerta de salida de refugiados.

En Lisboa tuvo lugar la Revolución de los Claveles que en 1974 puso fin al régimen dictatorial que se mantenía en el poder desde 1928.

En 1985, se produce la firma del Tratado de Adhesión a la Comunidad Económica Europea de Portugal y España, en el monasterio de los Jerónimos, en Lisboa, por parte del presidente de la República, Mário Soares.

En 1988, el incendio de Chiado costó la vida a dos personas y provocó 75 heridos graves. Cerca de una veintena de edificios históricos y un área de 10.000 m² resultaron destruidos en este incendio cuyas tareas de extinción no fueron dadas por terminadas hasta 11 días después de su inicio. El hecho interrumpió la vida normal del área durante 10 años.

Lisboa fue Capital Europea de la Cultura en 1994. La Expo ’98 se celebró coincidiendo con la conmemoración del 500º aniversario del viaje a la India de Vasco da Gama. Este acontecimiento fue aprovechado para realizar una remodelación en la ciudad.

La Agenda de Lisboa fue un acuerdo de la Unión Europea basado en medidas para la mejora de la economía europea, firmado en Lisboa en 1999. Sin embargo, el evento más transcendental que ha celebrado la UE en esta ciudad es la firma del Tratado de Lisboa en Diciembre de 2007.

(15/12/2015)

305. Dedal VALENÇA DO MINHO // VALENÇA DO MINHO´s Thimble

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Dedal de porcelana de Valença do Minho, Portugal.

 

Seguimos con más dedales. En el día de hoy, os quiero enseñar otro de los que me quedan por enseñaros del país vecino, Portugal. Este en concreto comprado en la Fortaleza de Valença do Minho, es un dedal de porcelana en el que vemos un estampado con el Gallo de Barcelos, una de las insignias de Portugal.

Valença, comúnmente conocida como Valença do Minho, es una ciudad portuguesa situada en el Distrito de Viana do Castelo, región Norte (NUTS II) y subregión del MinhoLima (NUTS III), con aproximadamente 8.000 habitantes en su núcleo principal y 14.127 habitantes (2011) dentro de su término municipal.

Es sede del municipio homónimo con 117,43 km² de área y , subdividido en 16 freguesías (parroquias). Limita al este con el municipio de Monção, al sur con Paredes de Coura, al oeste con Vila Nova de Cerveira y a noroeste y norte con España (municipio de Tuy en Galicia).

Historia. Sancho I de Portugal, tras la ruptura del matrimonio de su hija Teresa con Alfonso IX de León, mandó a Paio Carramundo el repoblar y crear una área fortificada frente a la plaza castellana de Tuy, denominándola Contrasta. En el año 1217 la población de Contrasta se eleva a concello. Recibió un fuero de Sancho II de Portugal. Recibió su nombre actual en 1262 por orden del rey Alfonso III de Portugal que decide cambiar «Contrasta» («la que queda en frente») por «A valença» («La valiente»). El sobrenombre de do Minho le viene por el Río Miño.

En 1809 es tomada por las tropas de napoleónicas mandadas por Soult. En 1828, en las Guerras Liberales, es tomada por las tropas partidarias del rey Miguel siendo tomada dos años después por las fuerzas liberales con ayuda de tropas inglesas al mando del almirante Charles Naiper.

A partir del 10 de Febrero de 2012 junto a la ciudad de Tuy (España) forman una Eurociudad como muestra de cooperación e integración entre ambas ciudades separadas tan solo por dos puentes que atraviesan el río Miño.

Freguesías. Las freguesías de Valença son las siguientes:

  • Arão.
  • Boivão.
  • Cerdal.
  • Cristelo Covo.
  • Fontoura.
  • Friestas.
  • Gandra.
  • Ganfei.
  • Gondomil.
  • Sanfins.
  • São Julião.
  • São Pedro da Torre.
  • Silva.
  • Taião.
  • Valença.
  • Verdoejo.

Patrimonio.

  • Castillo de Valença, considerada la mayor fortaleza del Alto Miño. Tienen 5 km de perímetro amurallado. En la actualidad está dedicada al turismo siendo uno de los mayores centros comerciales abiertos de Europa.
  • Convento de Ganfei.
  • Iglesia de Santa María de los Ángeles.

Geografía.

  • Altitud: 116 metros.
  • Latitud: 42º 01′ 59″ N
  • Longitud: 008º 37′ 59″ O

Como ya os comenté en líneas anteriores, este dedal fue comprado en uno de los comercios que nos podemos encontrar en la Fortaleza, la ciudad amurallada de Valença do Minho, en donde podemos encontrar muchas tiendas que tienen a la venta un montón de productos diferentes.

(07/12/2015)

288. Dedal PORTUGAL // PORTUGAL´s Thimble

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Dedal porcelana Portugal.

Y otro dedal más de Portugal, este dedal también forma parte de los dedales que me traje de mi visita al sur de Galicia y norte de Portugal del pasado mes de Diciembre. Es un dedal de porcelana, en el que podemos ver el nombre del país, en tres tonos de colores verdes, amarillos y rojos. Otra de las cosas que podemos ver en este dedal es el famoso Gallo de Barcelos, icono de Portugal y también la bandera del país.

Portugal, oficialmente la República Portuguesa (en portugués: República Portuguesa), es un país soberano miembro de la Unión Europea, constituido como un estado de derecho democrático. Es un país transcontinental, su territorio, con capital en Lisboa, está situado en el suroeste de Europa, en la Península Ibérica. Limita al este y al norte con España, y al sur y oeste con el océano Atlántico. Comprende también los archipiélagos autónomos de las Azores y Madeira situados en el hemisferio norte del océano Atlántico.

El nombre de Portugal probablemente provenga del antiguo nombre de Oporto, del latín «Portus-Galliae» —puerto de Galia, debido a que las naves galas frecuentaban este puerto— o, más probablemente, de «Portus-Cale» —topónimo atestiguado en la Chronica del historiador del siglo V Hidacio—, por un amarradero existente en un lugar fortificado llamado «Cale».

Portugal ha sido un testigo histórico de un flujo constante de diferentes civilizaciones durante los últimos 3100 años. Tartesos, celtas, fenicios, cartagineses, griegos, romanos, germanos (suevos y visigodos), musulmanes, judíos y otros pueblos han dejado huella en la cultura, historia, lenguaje y etnia. Durante los siglos XV y XVI, Portugal fue una potencia económica, social y cultural mundial, así como un imperio que se extendía desde Brasil hasta las Indias Orientales. Posteriormente, sobre todo tras las Guerras Napoleónicas y la independencia de Brasil entre finales del s. XVIII y principios del s. XIX, Portugal empezó a vivir periodos convulsos. El país vivió bajo una dictadura entre 1933 y 1974, cuando cayó tras una revuelta conocida como la Revolución de los Claveles. En 1986 ingresó en la Unión Europea y, desde 2001, forma parte de la Eurozona.

Es un país desarrollado, con un índice de desarrollo humano (IDH) considerado como «muy elevado», y con una alta tasa de alfabetización. El país está clasificado como el 19.º con mejor calidad de vida, tiene uno de los mejores servicios sanitarios del planeta y es considerado una nación globalizada y pacífica. Asimismo, es el 18.º destino turístico mundial en volumen de visitantes. Es miembro de la ONU, la UE (incluyendo la Eurozona y el Espacio Schengen), la OTAN, la OCDE y la CPLP, entre otros. También participa en las fuerzas de paz de las Naciones Unidas.

Historia.

Primeros pobladores. La prehistoria de Portugal está unida a la de la Península Ibérica. Hacia el año 10.000 a. C. los íberos comenzaron a poblar el interior de las tierras de la península a la que darían nombre. Entre el 4000 a. C. y el 2000 a.C, Portugal y Galicia vieron como se desarrollaba una cultura megalítica original, con respecto al resto de la península, caracterizada por su arquitectura funeraria, sus rituales propios y por la práctica de la inhumación colectiva. Aún se pueden encontrar monumentos de entonces, sobre todo en el Alentejo: el crómlech de los Almendros, cerca de Évora, los del valle Maria do Meio o de Portela de Mogos, así como el dolmen de Zambujeiro.

En la Edad del Bronce hubo unos primeros contactos marítimos entre el litoral atlántico y el de las islas británicas, mientras que el sur de la península empezaba sus relaciones comerciales con el Mediterráneo: griegos y fenicios, provenientes del actual Líbano, así como sus descendientes, los cartagineses. Esto trajo consigo la instalación de los primeros puestos comerciales semipermanentes. El motor de este comercio era la riqueza de la península en metales (oro, plata, hierro y estaño) así como el salado de pescado atlántico, que gozaba de gran reputación en el Mediterráneo. Los fenicios fueron, precisamente, los que fundaron Lisboa alrededor del año 1000 a. C. La leyenda dice que fue Ulises quien le dio nombre.

Durante la Edad del Hierro, un pueblo indoeuropeo se estableció por toda la región: los celtas. Estos ocuparon todo el territorio hoy conocido como Portugal, vivieron en pequeños núcleos de población aislados que se encontraban en los puntos altos con casas circulares o castros y practicaron la agricultura y la ganadería. Con su dominio del hierro los trabajos de la tierra fueron más eficaces, las cosechas aumentaron y mejoraron las condiciones de vida y la demografía.

Los cartagineses llegaron a la Península Ibérica el s. III a. C., atraídos por sus recursos mineros, pesqueros y por la reputación de los guerreros íberos. Ocuparon el sur de Portugal y, aliados con los lusitanos de origen celta, formaron la primera resistencia a la invasión romana de la península. No obstante, tras las Guerras Púnicas los cartagineses fueron derrotados y los romanos incorporaron la región a su imperio como Lusitania, a partir de 45 a. C. Tras la disolución del imperio romano en el siglo V d. C. Lusitania fue invadida por pueblos como los suevos, los vándalos, los alanos, los burios y los visigodos hasta que, finalmente, fue conquistada por los árabes. En 868, durante la Reconquista, se formó el condado Portucalense, que fue incorporado al Reino de Galicia en 1071.

Formación y consolidación del reino. Mucho antes de que Portugal lograra su independencia hubo algunos intentos para alcanzar una mayor autonomía, e incluso la independencia, por parte de los condes que gobernaban las tierras del condado de Galicia y de Portucale. Con la idea de acabar con este clima independentista de la nobleza local en relación al dominio leonés, el rey Alfonso VI de León entregó el gobierno del condado de Galicia, que en aquel momento incluía las llamadas «tierras de Portucale«, al conde Raimundo de Borgoña. Tras muchos fracasos militares de Raimundo contra los árabes, Alfonso VI decidió dar en 1096 al primo de este, el conde Enrique de Borgoña, el gobierno de las tierras más al sur del condado de Galicia fundándose así el condado Portucalense. Con el gobierno del conde Enrique de Borgoña, el condado conoció no solo una política militar más eficaz en la lucha contra los árabes, sino también una política independentista más activa.

Tras su muerte y la llegada al poder de su hijo Alfonso Enríquez, Portugal consiguió la independencia con la firma en 1143 del tratado de Zamora y reconocida por el papa Alejandro III en la bula Manifestis Probatum en 1179. Posteriormente, conquistó localidades importantes como Santarém, Lisboa, Palmela y Évora. Una vez acabada la Reconquista portuguesa en 1249, la independencia del nuevo reino fue puesta en entredicho varias veces por el reino de Castilla. La primera fue debida a la crisis sucesoria abierta tras la muerte de Fernando I de Portugal, que acabó con la victoria portuguesa en Aljubarrota en 1385.

La Era de los Descubrimientos y la dinastía felipina. Con el final de la guerra, Portugal inició un proceso de exploración y expansión conocido como «Era de los Descubrimientos«, cuyas figuras destacadas fueron el infante Enrique el Navegante y el rey Juan II. Tras la conquista de Ceuta en 1415 y el paso del cabo Bojador por Gil Eanes, la exploración de la costa africana continuó hasta que Bartolomé Díaz comprobó en 1488 la comunicación entre los océanos Índico y Atlántico al doblar el cabo de Buena Esperanza. En poco tiempo los portugueses descubrieron rutas y tierras en Norteamérica, Sudamérica y Oriente, en su mayoría durante el reinado de Manuel I, el Aventurero. La expansión hacia Oriente, sobre todo gracias a las conquistas de Alfonso de Alburquerque, concentró casi todos los esfuerzos de los portugueses, aunque en 1530 Juan III inició la colonización de Brasil. Las riquezas allí encontradas hicieron que los portugueses se centraran en el Nuevo Mundo, con la consiguiente pérdida de otras plazas en el Índico, como Ormuz, frente a otras potencias europeas.

El país tuvo su «siglo de oro» durante esta época. Sin embargo, en la batalla de Alcazarquivir contra Marruecos, en 1578, murieron el joven rey Sebastián y parte de la nobleza portuguesa. Subió al trono el rey cardenal Enrique, que murió dos años después, con lo que se abrió la crisis sucesoria de 1580, que se resolvió con la llamada unión ibérica entre Portugal y España, durante la cual los dos reinos tuvieron coronas separadas pero gobernadas por el mismo rey. Felipe II de España fue el primero de tres reyes españoles. Privado de una política exterior independiente y envuelto en una guerra junto con España contra los Países Bajos, el país sufrió grandes reveses en su imperio y perdió el monopolio del comercio en el Índico.

La unión con España acabó el 1 de Diciembre de 1640. La nobleza nacional, tras haber vencido a la guardia real en un repentino golpe de Estado, depuso a la duquesa gobernadora y virreina de Portugal Margarita de Saboya y coronó a Juan IV como rey de Portugal. Se inició así la Guerra de Restauración portuguesa, que se prolongó hasta 1668, año en que se firmó el tratado de Lisboa, por el cual el rey español Carlos II reconoció la independencia de Portugal.

Restauración, absolutismo y liberalismo. El final del siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII fueron testigos del florecimiento de la minería en Brasil: el descubrimiento de oro y piedras preciosas convirtió a la corte de Juan V en una de las más opulentas de Europa. Estas riquezas sirvieron para pagar productos importados, en su mayoría de Inglaterra, ya que no existía industria textil en el reino y las telas eran importadas de las Islas Británicas. El comercio exterior se basaba en la industria del vino y los esfuerzos para invertir la situación con grandes reformas mercantiles del marqués de Pombal, ministro entre 1750 y 1777, impulsaron el desarrollo económico durante el reinado de José I. Fue durante este reinado cuando un terremoto devastó Lisboa y el Algarve, el 1 de Noviembre de 1755.

Para no romper la alianza con Inglaterra, Portugal rechazó unirse al bloqueo continental, por lo que fue invadida por los ejércitos napoleónicos en 1807. La corte de la familia real se refugió en Brasil y la capital se trasladó a Río de Janeiro hasta 1821. Ese año, Juan VI, desde 1816 rey del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve, regresó a Lisboa para jurar la primera constitución portuguesa. Al año siguiente, su hijo Pedro fue proclamado emperador de Brasil y declaró su independencia con respecto a la metrópolis.

Durante el resto del siglo XIX Portugal vivió períodos de enorme perturbación política y social, como la guerra civil y las repetidas revueltas y pronunciamientos militares como la revolución de Septiembre, la de Maria da Fonte, la de Patuleia, etc. Gracias al Acto Adicional a la Carta Constitucional de 1852 fue posible un periodo de paz interna así como el inicio de las políticas de obras públicas lideradas por Fontes Pereira de Melo. A finales del s. XIX las ambiciones coloniales portuguesas chocaron con las inglesas, lo que provocó el ultimátum británico de 1890. La cesión a las exigencias británicas y los crecientes problemas económicos causaron a la monarquía un descrédito creciente, que culminó con los asesinatos de Carlos I y el príncipe heredero Luis Felipe el 1 de Febrero de 1908. La monarquía se mantuvo en el poder durante dos años más, encabezada por Manuel II, pero fue abolida el 5 de Octubre de 1910, implantándose en su lugar la república.

República, Estado Nuevo y democracia. El rey salió hacia el exilio en Inglaterra tras la instauración de la república. Después de varios años de inestabilidad política, con luchas de trabajadores, tumultos, levantamientos, homicidios políticos y crisis financieras, problemas agravados por la participación portuguesa en la Primera Guerra Mundial, el ejército tomó el poder en 1926. Dos años más tarde, el régimen militar nombró ministro de Finanzas a António de Oliveira Salazar, profesor de la universidad de Coímbra, que en 1932 se convirtió en presidente del consejo de ministros.

Salazar restauró las finanzas e instituyó el Estado Nuevo, régimen autoritario de corporativismo de Estado con un partido único y sindicatos estatales, además de una afinidad fascista bien marcada, al menos hasta 1945, cuando tras la victoria de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial, Salazar sufrió presiones para transformar Portugal en una democracia. En 1968, apartado del poder por una enfermedad, fue sucedido por Marcelo Caetano.

El rechazo del régimen a la descolonización de las provincias ultramarinas supuso el inicio de la guerra colonial primero en Angola (1961), y poco después en Guinea-Bisáu (1963) y Mozambique (1964). A pesar de las críticas de algunos de los oficiales del ejército más veteranos, entre los cuales se encontraba el general António de Spinola, el gobierno se mantuvo firme en su decisión de continuar con esta política. Este último publicó un libro, Portugal y el futuro, en el que afirmaba que la guerra colonial era insostenible, por lo cual fue destituido. Este hecho aumentó el malestar entre los oficiales más jóvenes del ejército, que el 25 de Abril de 1974 dieron un golpe de Estado, conocido como la Revolución de los Claveles.

A esta revolución le siguió un periodo de enfrentamientos políticos muy encendidos entre las fuerzas sociales y políticas, llamado Proceso Revolucionario en Curso, que tuvo su punto álgido en el llamado verano caliente de 1975, durante el cual el país estuvo a punto de caer en un nuevo periodo de dictadura, esta vez de orientación comunista. En este periodo, Portugal reconoció la independencia de todas sus antiguas colonias de África.

El 25 de Noviembre de 1975 los paracaidistas y la policía militar de la Región Militar de Lisboa, aliados con diversos sectores de la izquierda radical, llevaron a cabo una tentativa de golpe de Estado sin un liderazgo claro. El grupo de los Nueve reaccionó poniendo en práctica un plan militar de respuesta, liderado por António Ramalho Eanes, que resultó un éxito. Al año siguiente se consolidó la democracia y el propio Ramalho Eanes fue nombrado presidente, el primero elegido por sufragio universal. Se aprobó una constitución democrática y se establecieron los poderes políticos locales —las autarquías— y los gobiernos autónomos regionales de Azores y Madeira.

Entre las décadas de 1940 y 1960, Portugal fue miembro cofundador de la OTAN (1949), la OCDE (1961) y la EFTA (1960), de la que se salió en 1986 para adherirse a la entonces CEE. En 1999, Portugal se adhirió a la zona Euro y ese mismo año entregó la soberanía de Macao a la República Popular China. Desde su adhesión a la UE, el país ha presidido el Consejo Europeo tres veces, la última en 2007 cuando presidió la ceremonia de la firma del tratado de Lisboa.

Este dedal fue comprado en una de las tiendas de dentro de la Fortaleza, situada en el municipio portugués de Valença do Minho.

(07/12/2015)

273. Dedal PORTUGAL // PORTUGAL´s Thimble

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Dedal resina Portugal.

En esta nueva entrada os quiero enseñar otro de los dedales que tengo en mi colección y que me traje de la visita a la Fortaleza. Este dedal es un dedal de resina en el que podemos observar en la parte superior el famoso Gallo de Barcelos, y en la parte inferior una vista de las aldeas de Portugal, de sus gentes y sus costumbres. Este dedal como os comenté al principio de este párrafo, fue comprado en una de las tiendas de recuerdos que podemos encontrar en la Fortaleza de Valença do Minho.

Portugal, oficialmente la República Portuguesa (en portugués: República Portuguesa; pron. AFI [rɛ’publikɐ puɾtu’gezɐ] o [ʁɛ’publikɐ puɾtu’gezɐ]; en mirandés: República Pertuesa), es un país soberano miembro de la Unión Europea, constituido como un estado de derecho democrático. Es un país transcontinental, su territorio, con capital en Lisboa, está situado en el suroeste de Europa (en la Península Ibérica) y en el norte de África. En la parte europea limita al este y al norte con España, y al sur y oeste con el océano Atlántico. En África se encuentra el archipiélago autónomo de Madeira. Comprende también el archipiélago autónomo de las Azores, situado en el hemisferio norte del océano Atlántico.

El nombre de Portugal probablemente provenga del antiguo nombre de Oporto, del latín «Portus-Galliae» —puerto de Galia, debido a que las naves galas frecuentaban este puerto— o, más probablemente, de «Portus-Cale» —topónimo atestiguado en la Chronica del historiador del siglo V Hidacio—, por un amarradero existente en un lugar fortificado llamado «Cale«.

Portugal ha sido un testigo histórico de un flujo constante de diferentes civilizaciones durante los últimos 3100 años. Tartesos, celtas, fenicios, cartagineses, griegos, romanos, germanos (suevos y visigodos), musulmanes, judíos y otros pueblos han dejado huella en la cultura, historia, lenguaje y etnia. Durante los siglos XV y XVI, Portugal fue una potencia económica, social y cultural mundial, así como un imperio que se extendía desde Brasil hasta las Indias Orientales. Posteriormente, sobre todo tras las Guerras Napoleónicas y la independencia de Brasil entre finales del s. XVIII y principios del s. XIX, Portugal empezó a vivir periodos convulsos. El país vivió bajo una dictadura entre 1933 y 1974, cuando cayó tras una revuelta conocida como la Revolución de los Claveles. En 1986 ingresó en la Unión Europea y, desde 2001, forma parte de la Eurozona.

Es un país desarrollado, con un índice de desarrollo humano (IDH) considerado como «muy elevado», y con una alta tasa de alfabetización. El país está clasificado como el 19.º con mejor calidad de vida, tiene uno de los mejores servicios sanitarios del planeta y es considerado una nación globalizada y pacífica. Asimismo, es el 18.º destino turístico mundial en volumen de visitantes. Es miembro de la ONU, la UE (incluyendo la Eurozona y el Espacio Schengen), la OTAN, la OCDE y la CPLP, entre otros. También participa en las fuerzas de paz de las Naciones Unidas.

La prehistoria de Portugal está unida a la de la Península Ibérica. Hacia el año 10.000 a. C. los íberos comenzaron a poblar el interior de las tierras de la península a la que darían nombre. Entre el 4000 a. C. y el 2000 a.C, Portugal y Galicia vieron como se desarrollaba una cultura megalítica original, con respecto al resto de la península, caracterizada por su arquitectura funeraria, sus rituales propios y por la práctica de la inhumación colectiva. Aún se pueden encontrar monumentos de entonces, sobre todo en el Alentejo: el crómlech de los Almendros, cerca de Évora, los del valle Maria do Meio o de Portela de Mogos, así como el dolmen de Zambujeiro.

En la Edad de Bronce hubo unos primeros contactos marítimos entre el litoral atlántico y el de las islas británicas, mientras que el sur de la península empezaba sus relaciones comerciales con el Mediterráneo: griegos y fenicios, provenientes del actual Líbano, así como sus descendientes, los cartagineses. Esto trajo consigo la instalación de los primeros puestos comerciales semipermanentes. El motor de este comercio era la riqueza de la península en metales (oro, plata, hierro y estaño) así como el salado de pescado atlántico, que gozaba de gran reputación en el Mediterráneo. Los fenicios fueron, precisamente, los que fundaron Lisboa alrededor del año 1000 a. C. La leyenda dice que fue Ulises quien le dio nombre.

Durante la Edad de Hierro, un pueblo indoeuropeo se estableció por toda la región: los celtas. Estos ocuparon todo el territorio hoy conocido como Portugal, vivieron en pequeños núcleos de población aislados que se encontraban en los puntos altos con casas circulares o castros y practicaron la agricultura y la ganadería. Con su dominio del hierro los trabajos de la tierra fueron más eficaces, las cosechas aumentaron y mejoraron las condiciones de vida y la demografía.

Los cartagineses llegaron a la Península Ibérica el s. III a. C., atraídos por sus recursos mineros, pesqueros y por la reputación de los guerreros íberos. Ocuparon el sur de Portugal y, aliados con los lusitanos de origen celta, formaron la primera resistencia a la invasión romana de la península. No obstante, tras las Guerras Púnicas los cartagineses fueron derrotados y los romanos incorporaron la región a su imperio como Lusitania, a partir de 45 a. C. Tras la disolución del imperio romano en el siglo V d. C. Lusitania fue invadida por pueblos como los suevos, los vándalos, los alanos, los burios y los visigodos hasta que, finalmente, fue conquistada por los árabes. En 868, durante la Reconquista, se formó el condado Portucalense, que fue incorporado al Reino de Galicia en 1071.

Mucho antes de que Portugal lograra su independencia hubo algunos intentos para alcanzar una mayor autonomía, e incluso la independencia, por parte de los condes que gobernaban las tierras del condado de Galicia y de Portucale. Con la idea de acabar con este clima independentista de la nobleza local en relación al dominio leonés, el rey Alfonso VI de León entregó el gobierno del condado de Galicia, que en aquel momento incluía las llamadas «tierras de Portucale«, al conde Raimundo de Borgoña. Tras muchos fracasos militares de Raimundo contra los árabes, Alfonso VI decidió dar en 1096 al primo de este, el conde Enrique de Borgoña, el gobierno de las tierras más al sur del condado de Galicia fundándose así el condado Portucalense. Con el gobierno del conde Enrique de Borgoña, el condado conoció no solo una política militar más eficaz en la lucha contra los árabes, sino también una política independentista más activa.

Tras su muerte y la llegada al poder de su hijo Alfonso Enríquez, Portugal consiguió la independencia con la firma en 1143 del tratado de Zamora y reconocida por el papa Alejandro III en la bula Manifestis Probatum en 1179. Posteriormente, conquistó localidades importantes como Santarém, Lisboa, Palmela y Évora. Una vez acabada la Reconquista portuguesa en 1249, la independencia del nuevo reino fue puesta en entredicho varias veces por el reino de Castilla. La primera fue debida a la crisis sucesoria abierta tras la muerte de Fernando I de Portugal, que acabó con la victoria portuguesa en Aljubarrota en 1385.

Con el final de la guerra, Portugal inició un proceso de exploración y expansión conocido como «Era de los Descubrimientos», cuyas figuras destacadas fueron el infante Enrique el Navegante y el rey Juan II. Tras la conquista de Ceuta en 1415 y el paso del cabo Bojador por Gil Eanes, la exploración de la costa africana continuó hasta que Bartolomé Díaz comprobó en 1488 la comunicación entre los océanos Índico y Atlántico al doblar el cabo de Buena Esperanza. En poco tiempo los portugueses descubrieron rutas y tierras en Norteamérica, Sudamérica y Oriente, en su mayoría durante el reinado de Manuel I, el Aventurero. La expansión hacia Oriente, sobre todo gracias a las conquistas de Alfonso de Alburquerque, concentró casi todos los esfuerzos de los portugueses, aunque en 1530 Juan III inició la colonización de Brasil. Las riquezas allí encontradas hicieron que los portugueses se centraran en el Nuevo Mundo, con la consiguiente pérdida de otras plazas en el Índico, como Ormuz, frente a otras potencias europeas.

El país tuvo su «siglo de oro» durante esta época. Sin embargo, en la batalla de Alcazarquivir contra Marruecos, en 1578, murieron el joven rey Sebastián y parte de la nobleza portuguesa. Subió al trono el rey cardenal Enrique, que murió dos años después, con lo que se abrió la crisis sucesoria de 1580, que se resolvió con la llamada unión ibérica entre Portugal y España, durante la cual los dos reinos tuvieron coronas separadas pero gobernadas por el mismo rey. Felipe II de España fue el primero de tres reyes españoles. Privado de una política exterior independiente y envuelto en una guerra junto con España contra los Países Bajos, el país sufrió grandes reveses en su imperio y perdió el monopolio del comercio en el Índico.

La unión con España acabó el 1 de diciembre de 1640. La nobleza nacional, tras haber vencido a la guardia real en un repentino golpe de Estado, depuso a la duquesa gobernadora y virreina de Portugal Margarita de Saboya y coronó a Juan IV como rey de Portugal. Se inició así la Guerra de Restauración portuguesa, que se prolongó hasta 1668, año en que se firmó el tratado de Lisboa, por el cual el rey español Carlos II reconoció la independencia de Portugal.

El final del siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII fueron testigos del florecimiento de la minería en Brasil: el descubrimiento de oro y piedras preciosas convirtió a la corte de Juan V en una de las más opulentas de Europa. Estas riquezas sirvieron para pagar productos importados, en su mayoría de Inglaterra, ya que no existía industria textil en el reino y las telas eran importadas de las Islas Británicas. El comercio exterior se basaba en la industria del vino y los esfuerzos para invertir la situación con grandes reformas mercantiles del marqués de Pombal, ministro entre 1750 y 1777, impulsaron el desarrollo económico durante el reinado de José I. Fue durante este reinado cuando un terremoto devastó Lisboa y el Algarve, el 1 de noviembre de 1755.

Para no romper la alianza con Inglaterra, Portugal rechazó unirse al bloqueo continental, por lo que fue invadida por los ejércitos napoleónicos en 1807. La corte de la familia real se refugió en Brasil y la capital se trasladó a Río de Janeiro hasta 1821. Ese año, Juan VI, desde 1816 rey del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve, regresó a Lisboa para jurar la primera constitución portuguesa. Al año siguiente, su hijo Pedro fue proclamado emperador de Brasil y declaró su independencia con respecto a la metrópolis.

Durante el resto del siglo XIX Portugal vivió períodos de enorme perturbación política y social, como la guerra civil y las repetidas revueltas y pronunciamientos militares como la revolución de Septiembre, la de Maria da Fonte, la de Patuleia, etc. Gracias al Acto Adicional a la Carta Constitucional de 1852 fue posible un periodo de paz interna así como el inicio de las políticas de obras públicas lideradas por Fontes Pereira de Melo. A finales del s. XIX las ambiciones coloniales portuguesas chocaron con las inglesas, lo que provocó el ultimátum británico de 1890. La cesión a las exigencias británicas y los crecientes problemas económicos causaron a la monarquía un descrédito creciente, que culminó con los asesinatos de Carlos I y el príncipe heredero Luis Felipe el 1 de febrero de 1908. La monarquía se mantuvo en el poder durante dos años más, encabezada por Manuel II, pero fue abolida el 5 de octubre de 1910, implantándose en su lugar la república.

El rey salió hacia el exilio en Inglaterra tras la instauración de la república. Después de varios años de inestabilidad política, con luchas de trabajadores, tumultos, levantamientos, homicidios políticos y crisis financieras, problemas agravados por la participación portuguesa en la Primera Guerra Mundial, el ejército tomó el poder en 1926. Dos años más tarde, el régimen militar nombró ministro de Finanzas a António de Oliveira Salazar, profesor de la universidad de Coímbra, que en 1932 se convirtió en presidente del consejo de ministros.

Salazar restauró las finanzas e instituyó el Estado Nuevo, régimen autoritario de corporativismo de Estado con un partido único y sindicatos estatales, además de una afinidad fascista bien marcada, al menos hasta 1945, cuando tras la victoria de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial, Salazar sufrió presiones para transformar Portugal en una democracia. En 1968, apartado del poder por una enfermedad, fue sucedido por Marcelo Caetano.

El rechazo del régimen a la descolonización de las provincias ultramarinas supuso el inicio de la guerra colonial primero en Angola (1961), y poco después en Guinea-Bisáu (1963) y Mozambique (1964). A pesar de las críticas de algunos de los oficiales del ejército más veteranos, entre los cuales se encontraba el general António de Spinola, el gobierno se mantuvo firme en su decisión de continuar con esta política. Este último publicó un libro, Portugal y el futuro, en el que afirmaba que la guerra colonial era insostenible, por lo cual fue destituido. Este hecho aumentó el malestar entre los oficiales más jóvenes del ejército, que el 25 de abril de 1974 dieron un golpe de Estado, conocido como la Revolución de los Claveles.

A esta revolución le siguió un periodo de enfrentamientos políticos muy encendidos entre las fuerzas sociales y políticas, llamado Proceso Revolucionario en Curso, que tuvo su punto álgido en el llamado verano caliente de 1975, durante el cual el país estuvo a punto de caer en un nuevo periodo de dictadura, esta vez de orientación comunista. En este período, Portugal reconoció la independencia de todas sus antiguas colonias de África.

El 25 de noviembre de 1975 los paracaidistas y la policía militar de la Región Militar de Lisboa, aliados con diversos sectores de la izquierda radical, llevaron a cabo una tentativa de golpe de Estado sin un liderazgo claro. El grupo de los Nueve reaccionó poniendo en práctica un plan militar de respuesta, liderado por António Ramalho Eanes, que resultó un éxito. Al año siguiente se consolidó la democracia y el propio Ramalho Eanes fue nombrado presidente, el primero elegido por sufragio universal. Se aprobó una constitución democrática y se establecieron los poderes políticos locales —las autarquías— y los gobiernos autónomos regionales de Azores y Madeira.

Entre las décadas de 1940 y 1960, Portugal fue miembro cofundador de la OTAN (1949), la OCDE (1961) y la EFTA (1960), de la que se salió en 1986 para adherirse a la entonces CEE. En 1999, Portugal se adhirió a la zona Euro y ese mismo año entregó la soberanía de Macao a la República Popular China. Desde su adhesión a la UE, el país ha presidido el Consejo Europeo tres veces, la última en 2007 cuando presidió la ceremonia de la firma del tratado de Lisboa.

Gallo de Barcelos.

La leyenda del Gallo de Barcelos cuenta la historia de un peregrino gallego que salía de Barcelos (ciudad portuguesa del distrito de Braga) camino de Santiago de Compostela, y que fue acusado de haber robado el dinero a un terrateniente, por lo que fue condenado a la horca. Como última voluntad, pidió ser llevado ante el juez, que se encontraba comiendo un pollo (un gallo) asado. El peregrino le dijo que, como prueba de su inocencia, el gallo se levantaría y se pondría a cantar. El juez echó el plato para un lado e ignoró las palabras del hombre.

Sin embargo, en el preciso momento en que el preso estaba siendo ahorcado, el gallo se levantó y cantó. El juez, habiéndose dado cuenta de su error, corrió hacia la horca y descubrió que el gallego se había salvado gracias a un nudo mal hecho.

Según la leyenda, el peregrino volvió años más tarde para esculpir el crucero del Señor del Gallo que ahora se encuentra en el Museo Arqueológico de Barcelos.

(07/12/2015)