Una nueva publicación en la que os traigo un nuevo dedal. Este dedal perteneciente a la ciudad de Santiago de Compostela, ya hace unos añitos que forma parte de mi colección, pero no había tenido la oportunidad de enseñároslo. Es un dedal de porcelana en el que se puede observar una panorámica de la Plaza del Obradoiro y de la Catedral de Santiago de Compostela.
Santiago de Compostela es un municipio y ciudad de España, capital de la comunidad autónoma de Galicia. Pertenece a la provincia de La Coruña y en ella tienen su sede el gobierno autonómico gallego (Xunta de Galicia) y el Parlamento.
La ciudad antigua de Santiago es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1985. Destaca por ser uno de los tres grandes núcleos de peregrinación del cristianismo, junto con Jerusalén y Roma, al señalar la tradición que allí se dio sepultura al apóstol Santiago el Mayor. De especial importancia artística es su catedral, dedicada precisamente al apóstol Santiago, y que es el destino de los cientos de miles de peregrinos de todo el mundo que cada año realizan el Camino de Santiago.
En las inmediaciones de la ciudad se encuentra el aeropuerto de Santiago de Compostela, el más transitado de Galicia y el segundo del norte de España, solo por detrás de Bilbao. Es también de gran relevancia su quincentenaria Universidad, situada entre las 10 mejores de España y que cuenta con cerca de 30.000 alumnos matriculados cada curso, lo que contribuye a elevar la población de hecho de Santiago y su área metropolitana por encima de los 200.000 habitantes.
El municipio limita al norte con los ayuntamientos de Valle del Dubra, Trazo y Oroso; al sur con Teo, Vedra y Boqueixón; al este con El Pino; y al oeste con Ames.
Toponimia.
Todos los documentos de los siglos IX, X y XI asignan al lugar el nombre de Arcis Marmoricis. Por encontrarse en él el sepulcro del Santo se utilizaba a veces el genérico en latín de Locus Sanctus (Lugar Santo) y Locus Sancti Iacobi (Lugar de Santiago).
Una de las interpretaciones, incierta, es la de que Compostela derive de la expresión latina campus stellae, que significa «campo de la estrella», por la estrella que, según el milagro, se le apareció a Teodomiro indicándole este lugar.
El Cronicón Iriense (XI-XII) lo deriva del latín compositum tellus, «tierra compuesta o hermosa». Esta explicación debió mantenerse en vigor entre los eruditos porque en la Crónica de Sampiro, escrita en 1150, se dice «Compostella, id est bene composita» y también se le da la misma explicación en la Crónica Najarense hacia el año 1160. Esta interpretación se abandonó posteriormente y fue retomada en 1953 por Ricardo García Villoslada en su obra Historia de la Iglesia Católica.
Pierre David retomará la línea de las crónicas del siglo XII y dirá que Compostella viene del latín composita, participio pasivo femenino del verbo componere en la acepción de «arreglada», «dispuesta» y «adornada». Portela Pazos acepta esta explicación y sitúa la aparición del topónimo en la primera mitad del siglo XI cuando, tras la destrucción de la ciudad por Almanzor, hubo de ser reconstruida y fortificada. Esta construcción ordenada derivada del latín compos(i)tum también podría haberse referido originariamente a una construcción funeraria.
Libredón.
El clérigo del siglo XIX Antonio López Ferreiro escribió:
Para resumir, diremos que los nombres con que sucesivamente fue conocido el lugar del sepulcro de Santiago, fueron los siguientes: Liberum donum, Arca marmorica y Campus Stellae o Compostella. El primero, aludiendo sin duda a la espontánea donación de Lupa, designaba el fundo en que fue levantado el sepulcro. El segundo nació de la forma y materia del monumento sepulcral, y sirvió por mucho tiempo para la designación del lugar. El tercero se debe a las circunstancias maravillosas del descubrimiento del Cuerpo de Santiago a principios del siglo IX, y desde entonces quedó como el nombre propio del lugar.
Historia de la Santa A. M. Iglesia de Santiago de Compostela
En Galicia existe una tradición que dice que el cuerpo del apóstol fue traído desde el Puerto de Jaffa, en Israel, en barco hasta el puerto de Iria Flavia (Padrón). Una vez llegada la comitiva cristiana la reina de Iria, Lupa, ordenó en primer lugar perseguirlos y mandó un contingente a por ellos que, durante la persecución, se ahogó en las aguas del río Tambre.
La reina Lupa, impresionada, se ofreció a ayudarles a encontrar un lugar para enterrar al apóstol, que fue transportado en un carro con bueyes. Según la leyenda los bueyes se detienen en un lugar llamado Libredón (de Liberum Donum), donde es enterrado, hasta que es descubierto en el año 813.
Historia.
La historia de Santiago de Compostela se remonta a la prehistoria, la cultura castreña, la llegada de los romanos y, como punto de inflexión, el encuentro del supuesto enterramiento del Apóstol Santiago. A partir de ese momento la ciudad se conformará en torno al centro de poder representado por el arzobispo de Santiago y su representación física, la catedral. El Camino de Santiago marcó desde entonces el devenir de la ciudad.
Orígenes.
En el territorio que actualmente ocupa la Catedral de Santiago hubo un poblado romano, que se tiende a identificar como la mansio romana de Assegonia, y que existió entre la segunda mitad del siglo I y el siglo V. El poblado desapareció pero permaneció una necrópolis reutilizada como cantera que estuvo en uso quizás hasta la época del Reino Suevo de Galicia, llegando hasta el siglo VII.
Los reyes asturianos comprendieron el peligro secesionista. Van a utilizar cuantos recursos estén en su mano para impedirlo. En primer lugar, se van a arrogar la genuina representación de la tradición goda en materia de religión y leyes, con lo que pretenden asegurar la unicidad del poder. En segundo lugar, van a nombrar a un heredero de sangre real, aunque segundón, para gobernar a Galicia. Pero la invención más genial es la creación de Compostela. Aprovechando la noticia del descubrimiento del cuerpo del Apóstol, el rey de Asturias funda a sus expensas una iglesia que rodeará de privilegios. En torno de la iglesia situará comunidades y fundará un pueblo que desde el principio goza de prerrogativas reales. El rey de Asturias logra un doble objetivo: encontrar un patrón para su causa, un Santiago caballero, matamoros, y al mismo tiempo una ciudad fiel hasta el límite al rey asturiano enclavada en el corazón de Galicia. Santiago será un brazo extendido del monarca asturiano en Galicia.
El nacimiento de Santiago, como se conoce ahora, está ligado al descubrimiento (presumible) de los restos del Apóstol Santiago entre el 820 y el 835, la elevación del rango religioso de los restos, la Universidad y, en la actualidad, la capitalidad de Galicia.
La figura que se convirtió en patrón de España en el siglo XVII, opositando con otras tan señeras como santa Teresa de Jesús o san Millán de la Cogolla, y que sigue siendo capaz de atraer desde hace más de dos milenios hacia una punta occidental de Europa a millares de peregrinos de todo el mundo por los caminos de la devoción, la curiosidad, la cultura, la búsqueda personal o cualquier otra razón, no solo era el fruto del «pescador de hombres», como le pronosticara Jesús. Aunque su biografía sí se encuentra en el vértice de una religión naciente y luego masiva, o en el de un joven continente europeo que buscaba definir su identidad en caminos de divergencia-convergencia similares al despliegue-repliegue de los surcos de la venera o vieira del peregrino.
Según una tradición medieval, como aparece por primera vez en la Concordia de Antealtares (1077), el eremita Pelayo, alertado por luces nocturnas que se producían en el bosque de Libredón, avisó al obispo de Iria Flavia, Teodomiro, quien descubrió los restos de Santiago el Mayor y de dos de sus discípulos en el lugar en que posteriormente se levantaría Compostela, topónimo que podría venir de Campus Stellae (Campo de la Estrella), o más probablemente de Composita tella (tierras hermosas), eufemismo por cementerio. El descubrimiento propició que Alfonso II, necesitado de cohesión interna y apoyo externo para su reino, hiciera un peregrinaje —anunciado en el interior de su reino y en el exterior— a un nuevo lugar de peregrinación de la cristiandad en un momento en que la importancia de Roma había decaído y Jerusalén no era accesible al estar en poder de los musulmanes.
Santuario medieval.
Poco a poco se fue desarrollando la ciudad. Primero se estableció una comunidad eclesiástica permanente al cuidado de los restos, formada por el obispo de Iria y los monjes de Antealtares, en la que espontáneamente se asentó una población heterogénea, aunque fundamentalmente estaba formada por emigrantes procedentes de las aldeas próximas, y fue aumentando a medida que progresaba la peregrinación por razones religiosas por todo el Occidente peninsular, reforzada por el privilegio concedido por Ordoño II en 915 por el que se establecía que cualquiera que permaneciera cuarenta días sin ser reclamado como siervo pasaba a ser considerado como hombre libre con derecho a residir en Compostela. El primer habitante conocido de Compostela es, de hecho, un extranjero: Bretenaldo Franco, cuya mención más antigua corresponde al año 955.
El santuario fue adquiriendo relevancia política. De este modo allí fueron coronados monarcas del Reino de Galicia y del Reino de León como Sancho Ordóñez, Ordoño IV, Sancho I o Bermudo II. La ciudad fue creciendo y Sisenando II la fortificó en el año 969, conformando lo que se conoció como Locus Sancti Iacobi. Dado el auge que estaba cobrando, la ciudad fue destruida por Almanzor el 10 de Agosto del año 997, el cual sólo respetó el sepulcro del apóstol. Al volver los habitantes, comenzó la reconstrucción y, a mediados del siglo XI, el obispo Cresconio dotó a la ciudad de un recinto de fosos y una nueva muralla, sobre el antiguo anillo de empalizadas para proteger los nuevos barrios que habían surgido alrededor del Locus. Además, reivindicó para ella la condición de sede apostólica.
El año 1075 el obispo Diego Peláez dio comienzo a la construcción de la catedral románica. El aumento del peregrinaje hace de Compostela un lugar de referencia religiosa en Europa, lo que aumenta su importancia, y la ciudad se ve recompensada también políticamente al alcanzar, en la época del arzobispo Diego Gelmírez, la categoría de metropolitana para la iglesia compostelana (1120) mediante la bula papal «Omnipotentes Dispositione» otorgada por el papa Calixto II, que consistía en el traslado provisional de la silla metropolitana de Mérida hasta Santiago de Compostela al estar la primera bajo dominio musulmán. Liberada de la vieja tutela de los arzobispos de Braga, que mantuvieron su autoridad sobre la mayor parte de las diócesis del naciente reino de Portugal, la Iglesia de Santiago tenía jurisdicción sobre la mayoría de las de León y Asturias (la Archidiócesis de Oviedo solo fue creada en 1954). Santiago era, además, centro de un gran señorío feudal gobernado por los obispos de Compostela, que iba desde el río Iso hasta el Atlántico. Desde Santiago se organizó la resistencia armada frente a las invasiones normandas, los cuales conocían al Reino de Galicia como Jakobsland (País de Santiago) como aparece en las sagas nórdicas.
Un hecho importante, desde el punto de vista político, fue la coronación por Diego Gelmírez de Alfonso Raimúndez, el futuro Alfonso VII, en la catedral compostelana como rey de Galicia. Desde el punto de vista religioso, sin embargo, hay que resaltar la concesión del privilegio del Año Santo Jubilar Jacobeo mediante la bula Regis Aeterni del papa Alejandro III en 1181. Desde el punto de vista social, cabe mencionar el prematuro levantamiento burgués contra Gelmírez y la reina Urraca en 1117.
En estos años se redactó el Códice Calixtino, un conjunto de textos reunidos en los años finales del arzobispado de Gelmírez y que se presentaba como de la autoría del papa Calixto II, fuente fundamental de la historia de la peregrinación a la tumba del apóstol.
En 1230, tras la reconquista de Mérida por Alfonso IX, el papa Gregorio IX ordena la restitución de la antigua sede emeritense por bula de 29 de Octubre. Pero el rey leonés pondría bajo el dominio del obispo compostelano Bernardo II el territorio emeritense recién conquistado, de manera que la sede metropolitana de Santiago de Compostela pasaba a ser definitiva.
Durante el arzobispado de Berenguel de Landoria, Santiago estuvo levantada en armas desde el año 1318, levantamiento que fue encabezado por el noble Afonso Suárez de Deza. La solución al conflicto se produjo en el denominado día de la Ira, el 16 de Septiembre de 1320 cuando en el castillo de la Rocha Forte se asesinó a los cabecillas de la revuelta. Tras los acontecimientos, el 27 de Septiembre se firmó la paz.
Entre los siglos XII y XIII se fue articulando la red de calles dentro del recinto amurallado. La llegada de la peste negra a la ciudad supuso una fuerte recesión demográfica, que empezó a remontar a partir de 1380. En el siglo XV tenía entre 4000 y 5000 habitantes.
Edad Moderna.
El cabildo compostelano, dirigido por el deán Diego de Muros III. promovió obras de gran importancia con un carácter propio del humanismo, como el Hospital Real y el Estudio Viejo, germen de la futura universidad que fue fundada en 1495 por Lope Gómez de Marzoa. Este hecho y la labor del arzobispo Alonso III de Fonseca le dan un nuevo empuje a la atracción de Santiago, en particular en Galicia, a pesar del descenso relativo de la importancia de la ciudad.
Santiago fue sede de la Real Audiencia del Reino de Galicia desde 1508, pero la presión eclesiástica hizo que se trasladara a La Coruña en 1578. Las reformas del poder monacal marcaron el renacimiento del monasterio de San Martin Pinario y el monasterio de San Pelayo de Antealtares, lo que contribuyó a dar ocasión a una intensa actividad constructiva.
A principios del siglo XVII se produce un periodo de decadencia en la ciudad. En su obra Annuales Eclesiásticos, el africano Cesare Baronnio, confesor del padre clemintene Clemente VII, puso en tela de juicio la peregrinación del apóstol a Hispania. Este dato fue recogido en el Breviario Romano y produjo un grave daño a la ciudad de las peregrinaciones. El Cabildo Compostelano consiguió poco tiempo después que se modificase el Breviario, pero apareció una nueva dificultad: la Orden de los Carmelitas, en los años 1617 y 1626, promovió a santa Teresa como copatrona de España, con las pérdidas económicas que conllevaba para Santiago. El Cabildo logró, con la ayuda de importantes personalidades de la sociedad del momento, como Quevedo, devolver de nuevo al apóstol la condición de único patrono de España.
Aún hubo un nuevo hecho similar, ya que en 1643 las Cortes proponen un nuevo copatrono de España, san Miguel Arcángel, pero esta propuesta tuvo corta vida, ya que ese mismo año Felipe IV estableció a Santiago como único patrono de España y ordenó que, todos los 25 de Julio, se hiciera una ofrenda regia de 1000 escudos de oro al arzobispado de Santiago, a la vez que concedía una gran pensión de 20 años para sufragar la realización de un retablo a su honra (que se comenzó a construir el año 1658). Estos hechos produjeron una bonanza económica que hizo posible costear nuevas construcciones y reformas que se multiplicaron por toda la ciudad, obras en las que se plasmó un estilo propio y al mismo tiempo universal, el barroco compostelano (1658).
Esplendor barroco.
La prosperidad del cabildo catedralicio y de los monasterios hizo de Santiago un centro artístico puntero. En un primer momento comenzaron a trabajar en el taller de la Catedral una serie de maestros de obras y arquitectos foráneos, como el madrileño José Vega y Verdugo, el portugués Francisco de Antas, el abulense José Peña de Toro, el cántabro Melchor de Velasco o el Arquitecto Real Pedro de la Torre.
En este taller y en el de San Martiño Pinario se formó un grupo de arquitectos gallegos que hacia el año 1670 tomaron las riendas de las obras que se estaban desarrollando en toda la ciudad. Figuras egregias como el compostelano Diego de Romay, Domingo de Andrade (torre del reloj), fray Tomás Alonso, el leonés fray Gabriel de Casas, Pedro de Monteagudo, Simón Rodríguez (fachada del Convento de Santa Clara), Castro Canseco (retablo de San Pelayo de Antealtares, Clemente Fernández Sarela (Casas del Cabildo y del Deán) o Fernando de Casas Novoa (fachada del Obradoiro) hicieron de Santiago un conjunto barroco de alto nivel a escala mundial. La magnificencia y las peculiaridades del estilo arquitectónico de estas personalidades hacen que se hable de barroco compostelano. El arzobispo mecenas por excelencia fue fray Antonio de Monroy.
Santiago en este periodo se convierte en refugio de los exiliados irlandeses que reclaman acogida y centros de formación como el Colegio de los Irlandeses.
Santiago hasta la actualidad.
Dada la fuerza de la Iglesia, surgieron iniciativas ilustradas como la Sociedad Económica de Amigos del País. Pero tras la ocupación francesa y el hito del Batallón literario contra la ocupación, Santiago se transforma en un baluarte carlista. La Iglesia de Santiago anhela restaurar un Reino de Galicia tradicionalista dentro de una monarquía española de acuerdo con los parámetros del Antiguo Régimen.
En Santiago nació el primer periódico gallego: El Catón Compostelano en 1800. Avanzado el siglo XIX existen fábricas de tipo artesanal de curtidos, chocolate y gaseosas. Pero la lucha contra el inmovilismo se verá frenada por el retraso de las vías férreas (no hay tren a La Coruña hasta 1943).
En el siglo XX, Santiago será testigo de un renacer galleguista con el Seminario de Estudos Galegos y la Asamblea de municipios que al albor de la Segunda República se mostró favorable a la redacción de un estatuto de autonomía. La sublevación militar de 1936 acabó con esa alborada. El alcalde galleguista Ánxel Casal fue fusilado. En 1943 la Diputación provincial elige mayoritariamente a su alcalde José del Valle Vázquez para el cargo de procurador en Cortes en la I Legislatura de las Cortes Españolas (1943-1946), representando a los Municipios de esta provincia Durante la legislatura abandona ambos cargos siendo sustituido por Jorge de la Riva y Barba.
El establecimiento de la autonomía en Galicia hizo de ella la capital gallega, obteniendo como consecuencia un nuevo empuje a finales del siglo XX que contrarrestó ampliamente el decrecimiento relativo de su importancia como ciudad universitaria al crearse las universidades de Vigo y La Coruña. El 24 de Julio de 2013 la ciudad se tiñó de luto al fallecer 79 personas en uno de los accidentes ferroviarios más graves de la historia de España en el trayecto del tren Madrid–Ferrol cuando faltaban unos tres kilómetros para llegar a la estación compostelana.
(26/03/2016)